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domingo, 10 de febrero de 2008

Sonrisas y lágrimas.


Hace una semana que acudimos a la presentación del libro de Gabriel Albiac en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (con tan bellas como interminables escaleras).

Contra los políticos” es un panfleto: en el sentido más aceptable e ilustrado del término. Los lelos que se dedican a desprestigiar a quien como ellos no piensan con descalificaciones estilo: “ha escrito un panfleto”, se sonrojen por favor, o se dediquen a leer algo sobre el bello arte de saber escribir un panfleto.

Traspasado ya el umbral de tamaña tradición, he de decir que la desazón me invade: precampaña para mí es sinónimo de aburrimiento. Hastío de ver cómo nuestros partidos políticos se endeudan más –todavía más- con entidades financieras para uso y consumo de sus fieles: el merchandising no es barato. Y nunca sale gratis total. Nunca.

¿Qué esperar, a tal efecto, de esas superestructuras empresariales que están muy por encima de las siglas que manejan a su antojo?: las siglas ya no reflejan ideologías ni principios (sólo algunos cándidos individuos que las integran, tal vez), sólo son la máscara de intereses mercantiles de macro-grupos financieros. Su cara mediática es una, dos o más televisiones, algunos periódicos y, por último, la facción que más les interesa de tal o cual partido político.

Así, nos hallamos en pleno y relativamente nuevo invento: la precampaña. Guarden sus arcadas para después del precalentamiento, que todavía queda el festival de derroche, colorines y fotografías con sonrisas enormes, paraíso de cualquier médico estomatólogo…

Amén.

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