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domingo, 21 de febrero de 2010

Infierno político.

Salgo de un céntrico piso envuelto en mil pieles grisáceas y húmedas que, no hace tantas horas, se veían teñidas de agua y nieve. Intento, lo juro, lo intento con todas mis ganas y por san Bertrand Russell que estás en mi biblioteca, no dejar que tal vestimenta incida en mi humor.

No, ya salí del trabajo. El gris, el viento polar, todo lo dejo ahí abajo, en la calle. Yo, a salvo, sonrío en mi queridísimo y tan pequeño como acogedor “Txoko”, donde la música es ahora la que me envuelve apaciblemente. Los libros hacen de su interminable papel un magnífico envoltorio para quien escribe un tanto cansado por madrugar.

Y precisamente por esas razones laborales, y porque uno ya nació así, echado en el suelo del salón de casa de mis padres leyendo a tierna edad el periódico de turno tamaño sábana, por todo ello: llego enfermo de actualidad.

¿De verdad que este invierno es tan frío como creen?: perdónenme el estar tan metafórico, creo que es una descortesía. Ahora bien, sinceramente, volviendo para mi hogar pensaba que más que invierno climatológico, en lo político es más bien un infierno falto de gracia y aburrido, pero que lleva al hastío y al cabreo en sus más altas cotas.

Un inane presidente del Gobierno pidiendo, exigiendo, un patriotismo a la oposición para hacer pactos en pro de la nación ante tan horrible crisis. El mismo patriotismo que negó a la misma oposición cuando a ésta se le ocurrió hablar de “crisis” y no de subterfugios como “desaceleración económica” y otras sandeces.

Y una oposición pacata, mojigata, que mira su rédito electoral y los estipendios sus espabilados que calientan poltrona.

Infierno político donde uno larga un aullido pidiendo, por favor, que al menos los políticos me mientan bien.

La que en muchas ocasiones he denominado como “dictadura silenciosa” sigue adelante: trabajadores de la construcción, del sector servicios, del periodismo, del servicio doméstico, de cualquier clase y género, mintiendo u omitiendo que se hallan en el paro o cobrando ignominiosas nóminas…o incluso trabajando sin cobrar.

El “qué dirán” nunca funcionó tanto malgastando energías físicas y psicológicas a quienes más débiles se hallan en el mercado laboral.

Pero ya estoy en el “Txoko”, con Voltaire, con Marx, con Platón y Aristóteles, con el enorme Epicuro y con Lucrecio…hace demasiada apatía hoy ahí afuera como para dejar a tan insignes señores y a mi compañera.

Quede fuera, por tanto, sin dejarlo entrar por la “caja tonta” si quiera.

El infierno político.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En este infierno político, cuanto más te acercas, más te quemas. Así huelo ya a chamuscado.

He asistido a contratos públicos para amiguetes, subvenciones a interesados, peloteos hasta la nausea, e incluso en mis propias carnes, un quítate tú pa ponerle a ésta, aunque legalmente la plaza te toque a ti. Todo por no querer “colaborar” en los trapicheos de algunos.

Y lo peor es que en la mayoría de las ocasiones no hay nada que hacer. Son sus cortijos.

Hasta que un día, aprovechando la corrupción generalizada, llegue un iluminado y los quite a todos y se ponga él. Y lo pagaremos todos.

A veces deseo que sea cierto eso que predican algunas religiones, y que sean juzgados en el más allá, porque en el más acá se van a ir de rositas. Vaya una mierda.

Menos mal que hay muchas otras cosas que nos dan alegrías.

Un saludo, Iñaki.

Iñaki Oneca Agurruza dijo...

Y que lo digas...el olor a chamuscado nos impregna ya a todos. Siempre he creído que la Democracia es el menos malo de los sistemas, pero no en su idealización. Es decir: sin haber nada mejor, las democracias realmente existentes (que diría Gustavo Bueno) tienen diferentes gradaciones.

Y ésta, mucho me temo, anda en las más bajas cotas.

El mamoneo y el interés, el peloteo y el carnét de tal o cual sindicato, son monedas de cambio y pasaporte para un trabajo "eterno".

Mal futuro auguro si algunos de esos trabajos no congelan e incluso bajan sus pretensiones económicas. Pero como bien dices, los cortijos los tienen muy bien montados.

Y el infierno político y la "dictadura silenciosa" siguen riéndose de los contribuyentes y de los curritos de a pie (que somos legión).

Un abrazo.