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domingo, 25 de noviembre de 2007

F. Fernán Gómez: un homenaje convaleciente.

Amena convalecencia. Por decir algo. Paseo diario. Dieta. Reposo vespertino. Lectura “ligera” (los estudios paralizados, pero con estas enfermedades ya se sabe…) y amenas visitas. Pero la noticia, triste, del fallecimiento de Fernando Fernán Gómez, me lleva –me llevó ayer- a varias reflexiones. Nunca conocí a dicho personaje: ojalá hubiera tenido la ocasión. Su más que ensayada –reconocido por él en infinitas ocasiones- mala uva, estaba más que justificada. Ayer lo decía en un documental de charlas (lo que a mí me gustaba más de él eran sus reflexiones cargadas de sentido común), en que reconocía cómo se dio cuenta muy pronto de que “en esta profesión mía”, si se va ganando lo que se dice popularidad, “uno es el objetivo de muchos pelmas”. Y es cierto: ¿por qué ser simpático ante quien no se conoce y viene con aviesas intenciones, como querer hacerse el gracioso a su costa? Su labrado mal humor siempre me atrajo, porque en él veía una empalizada defensiva contra molestos (pelmas) y aduladores empalagosos, que si uno espanta, la verdad: consigue ahorrar energías que emplear en otros menesteres más agradecidos. También, obviamente, su obra me atrajo. En general. Con sus cosas buenas y malas: los perfectos no son de este mundo. Pero lo que más me llamó la atención de F. Fernán Gómez, es su respuesta a aquello de que éste es “un país de envidiosos”. Básicamente, decía que hay dos actitudes en el tema: la mayoritaria era positiva (algo extraordinario debido a su carácter más bien pesimista), es decir, que según él, el “envidioso” podía ser un tipo que quería conseguir –y en ello limpiamente se esforzaba- lo que el envidiado poseía. El objeto de deseo era el fin de dicha actitud a través del esfuerzo moralmente aceptable. La otra actitud, la negativa, es la que agudamente preocupaba sobremanera a este gran actor: la tendencia “destructiva”. Es decir, “como el otro tiene una casa estupenda, ¡ojalá se le caiga encima y se muera! Ojalá le vaya mal en la vida a tal o cual tipo”, venía a decir grosso modo. Y coincido plenamente en que este país tiende a ello: alguna guerra, incluso, lo atestiguaría. Son reflexiones que a vuela pluma compongo, mientras escribo. Tal vez, según opinión de Nietzsche, sean las mejores. Ya que para el filólogo y filósofo nacido alemán y muerto apátrida, el lenguaje, la verbalización de nuestros pensamientos, prostituye la idea/pensamiento que se quiere expresar. Juzguen Vds.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Circo malo.

Hace tiempo sé que la política no es sino circo. Malo. Malísimo juego circense. “¿Por qué no te callas?”, se ha convertido en cancioncilla bailona y pegadiza en países limítrofes a la República Bolivariana de Venezuela. No me interesa, créanme: de la “escenita” repetida hasta la saciedad, nada me interesa. Ni si el monarca se saltó el protocolo esta vez de manera menos alegre, de si Zeta (antes ZP) hizo el ridículo intentando llevar hasta el final las teorías de Habermas sobre una “situación ideal de diálogo”, de si Bachelet hizo o no su trabajo, ni siquiera de si Chávez y Ortega estuvieron educados o no. Lo realmente importante es que Chávez manda asesinar, mientras, a estudiantes díscolos con el descarado intento de modificación de “su” amada Constitución, para mayor honra de la perpetuidad en el poder “ad eternum” (valga el pleonasmo). Y lo hace a la mejor manera: el fascismo va en motocicleta y lleva –cuando hacen operaciones más descaradas- boinas rojas, amén de pistolones. Que haya parapoliciales grupitos de matones en las universidades, no debería ser algo que sorprenda por estos lares y menos a quienes rondan los cincuenta. Las llamadas “Universidades del Pueblo”, creadas incluso en pisos privados, hace tiempo que se convirtieron en “Locales (“local” antítesis de “universal”, de donde viene “universidad”) de adoctrinamiento y atontamiento generalizados”. Otro “Salvador” bastante malo como payaso, conocido como Ceaucescu, fue uno de los precursores del actual “Aló Presidente”, interminable, o los angustiosamente inacabables discursos de un payaso senil llamado Castro. A éste, la jubilación “forzosa” llama a su puerta, como a Caeaucescu le llegó en su momento, de diferente manera. Los tres bufones aquí tratados tienen en común su hortera espectáculo televisivo. Circo. Circo malo. Malísimo: los payasos hacen llorar. Hace tiempo que pasaron de jugar con guitarras y sillas, para pasar a hacerlo con metralletas y asesinatos.

martes, 13 de noviembre de 2007

Sólo mía.


Lo vemos mucho. A diario. No hay día en que el desayuno no nos estropee el estómago. Nuevo asesinato “por celos”. Si no es un antiguo novio que mata a “su posesión”, porque así se lo dicta la solitaria neurona que habita en su perezoso cerebro, lo es porque hay que matar al individuo que intenta arrebatarle tal “posesión”. “El otro” se convierte en el tiparraco que quiere “mi juguete”. Mi vida, vacía como ninguna, sólo la llena dicho “juguete”. El “juguete” en cuestión se llama “ser humano” y en la mayor parte de las veces, no al cien por cien pero sí al noventa, lo es en la vertiente “femenina”. Es pensar igual que un dictador cualquiera: da igual el color; da igual la Derecha o la Izquierda política. Sólo estadística, sólo cosa, ve quien así piensa en vez de humanos (“La muerte de una persona es una tragedia, la de un millón: estadística.” J. Stalin dixit). Hoy, un periodista de la cadena La Sexta –cámara- de apenas 31 años, ha sido el “trofeo” del cual un neandertal moderno puede presumir. El chico salía con una antaño “posesión” suya: es todo deprimente. La evolución sufre trompicones con algunos. Definitivamente. ¿Qué clase de mentalidad puede llegar a tener la total falta de dignidad (tanto como para no saber retirarse a tiempo) por bandera?: tu tiempo pasó. La chica ya no está por ti. Vive tu vida con honor. Busca o no busques: pero sé tú mismo. Así no pensaba el asesino de marras: “o mía o de nadie” debía ser su "inteligente" lema. Otro pequeño Stalin que ve “cosa” en vez de “persona”, por mucho que camufle su perorata con “te quiero con locura”, "mi muñequita" y memeces similares. Otro pequeño aspirante a dictador. No sé cuántos vamos ya.