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miércoles, 25 de marzo de 2009

Palomitas, cine y primavera.


Llega la primavera como mundo mágico que ha estado cubierto por un telón gris de frío y lluvias por un tiempo. Todo vuelve a parecer nuevo: las chicas aún más guapas, los árboles engalanados por multicolores vestimentas... Llega la primavera, recuerdo de otras primaveras solitarias en el cine: todo un lujo como ocio. Pero ayer prometí a Javier Arizaleta y a mí también, ser un poco más optimista: el estar con un trabajo a media jornada tal vez ayude, seguro. Así que traspasado el atraco a mano armada del precio de la entrada que para más inri conseguí por la red -ergo más caro-, decidí darme el consabido festín de palomitas y de refresco de cola. Y pensaba, mientras veía a no más de cinco personas a mi alrededor, que aquél tenía pinta de ser estudiante de Filosofía también, con el libro y tal; que aquél otro parecia más ser por edad un nostálgico de aquel horror que supuso el cacareado Mayo del 68 que lo único que demostró es que Sartre también se equivocaba ¡y de qué manera!, así como que bajo el adoquín no había playa, había una granada de mano y una metralleta para no pocos. Pero me pudo la emoción de un crío al ver comenzar una película tan seria como "R.A.F. Facción del Ejército Rojo". Y lo disfruté. También de mi maldita manía por pensar: si los franceses están dándose poco a poco cuenta de que lo suyo últimamente es la comedia ("Los visitantes no nacieron ayer", "La cena de los idiotas" y no digamos de la vista recientemente con mi compañera: "Bienvenidos al norte") y se van dejando poco a poco de supuestos mensajes metafísicos y de bodrios que gastan más que hacen ganar; pensaba, digo, en cómo los alemanes comienzan a mirar hacia su pasado sin complejos haciendo Arte en toda regla. "El Hundimiento" y la película ayer vista dan buena cuenta de ello. Ayer fui al cine, por motivos laborales de mi acompañante en la vida: solo. Tal vez azuzado por los escritos y audios de el imprescindible "El Cine de Marco", ¡cómo no! Pero como en la vida misma, llegan los créditos. Y uno es ahí donde recordó que no hay peor infección que la ideológica. Pero también, sin mermar un ápice mi buen humor y el homenaje que ayer me regalé, pensé en lo ciertas que son las palabras que rememora siempre mi compañera: "La vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa".
Es primavera, ayer tuve palomitas, refresco y buen cine: ¿importa el precio?
THE END.

domingo, 15 de marzo de 2009

Saber morir.


En Irlanda del Norte, de nuevo, se encienden todas las alarmas: la larga historia desde el primero de los diferentes modelos de IRA así lo atestiguan. Esta guerrilla de orígenes decimonónicos, fue la que con Michael Collins a la cabeza, consiguiera un Estado Independiente pero, como en toda negociación, no contentara a los más intransigentes por culpa de la “partición” del norte de la Isla Esmeralda. Después, en plena guerra civil en el primer desgajamiento de dicha organización, el IRA de Éamon de Valera consigue aniquilar a Collins y más tarde hacerse con el poder en una República independiente pero olvidándose de su antigua reivindicación de “unificación total” de la isla. De Valera proscribe al IRA que sólo seguirá vigente en los 6 norteños condados. Llegamos a la década de los 60 y el norteño IRA no hace sino hablar –como casi todos los grupos terroristas de la época- de “la lucha de clases” y de acabar con la “burguesía”. Para ello llegó a promulgar la unión de trabajadores protestantes-unionistas con los católicos-nacionalistas para derrocar a los “capitalistas”. Es el momento, acabando ya dicha década, de un “golpe de timón” en que otra ramificación –los provos, el IRA-Provisional- se hacen con el poder para satisfacer a la comunidad nacionalista, incluyendo "ajusticiamientos" de quienes no pensaban como ellos . Esta última escisión es la más sanguinaria con diferencia llegando, tras la torpeza cometida por el Ejército británico en el “Domingo Sangriento” que lo único que consiguió es que muchos defensores de los derechos civiles acabaran militando en el IRA, llegando decía al “Viernes Sangriento”: veintidós bombas en una sola noche con nueve muertos, sacudió Belfast. Pero los provos cambiaron la lucha por compromisos en diferentes aguerridos e inteligentes movimientos a mediados ya de los 90. La historia del IRA y de sus continuos desgajamientos en facciones más radicales y con muchísimo más apoyo popular, deja sin comparaciones dicho conflicto con el que por estos pagos algunos creen ver. El CIRA (IRA de Continuidad) y el RIRA (Real-IRA o IRA Auténtico como hemos traducido por aquí), no son sino grupúsculos peligrosos pero prácticamente sin apoyo popular, siendo éstos los únicamente comparables a la situación de algunos por estos lares: una lucha sin apoyos, sin fundamentos y sin justificación. Hoy leía en la prensa nacional que hace no mucho la nueva policía de Irlanda del Norte había entrado en el piso de un disidente del IRA y se habían encontrado a “un decrépito terrorista” contando batallitas de sus antiguos compañeros a una cuadrilla de críos ávidos de acción. Son chavales que no han vivido los años de cruce de atentados cada vez más numerosos y más sangrientos entre el IRA y los grupos terroristas lealistas. Críos que son ya hijos de la crisis que a todos nos atenaza. Pero las imágenes de ayer en Durgan se me antojan anacrónicas: críos que no quieren ni hablar de ir al colegio, juegan de nuevo con cócteles molotov y gasolina ardiendo. Chavales que no se saben manipulados cual títeres en un tablero de ajedrez donde están condenados a no ser si no peones en manos de alguien que decide por ellos. A tan tiernas edades se cree poder vencer a la muerte y que llegado si acaso el momento, la muerte propia será vengada por alguien y que dicha venganza de alguna manera será contemplada con satisfacción desde no se sabe dónde. Pero todo es un no saber morir. En su mundo la dignidad individual no existe, sólo la colectividad manda hasta la muerte. Al menos los antiguos sabían morir, releo en las hojas de un antiguo libro. La respuesta está -como casi siempre- en los clásicos. Que sea el filósofo rumano Emile Michel Cioran quien termine por mí: “Los antiguos sabían morir. Elevarse por encima de la muerte fue el ideal constante de su sabiduría”. (E. M. Cioran, “De lágrimas y de santos”, pág. 36)

jueves, 5 de marzo de 2009

Nostalgia de lo imposible en Camboya.


Como muestra de agradecimiento, publico en este Cuaderno de Bitácora el artículo que Diario de Navarra tuvo a bien publicarme el pasado día 2 de marzo de 2009 como "Artículo de opinión"; así como el otro periódico de esta comunidad: Diario de Noticias de Navarra que también lo publicó el pasado sábado 21 de febrero en la sección "Política" de "España-Mundo":


SALOTH Sor, alias Pol Pot , estudió en París nominalmente desde 1948 a 1953, más entretenido en revolotear por grupos revolucionarios de la época. Fraguaba ya su posterior idea de "lo nuevo" como algo radical y cerril. Lo nuevo fue, pues, su biografía: no estudió en un convento budista como quiso dejar esculpida en su biografía para la posterioridad ni tampoco acabó sus estudios de electrónica en la capital del Sena. Pol Pot asciende en 1962 a secretario general del partido comunista Khmer. Lucha contra los regímenes del príncipe Sihanuk -con el que luego se alió - y Lon Nol. Victoria en 1975: entrada en Phnom Penh. La paz es el ideal y, como tal, irreal. En unas horas los agentes khmers se dedican a proclamar por altavoces que el "imperialismo norteamericano" se hallaba presto a invadir el país. Comienza la materialización de lo imposible: de la utopía (del griego -u: "no", -topos: "lugar": "lugar que no existe"). Se expulsa de las ciudades a todo ser humano capaz de andar. El nuevo orden implicaba, a través de una mentira cacareada por las maltrechas ciudades, el idílico comunismo rural. Por delante, la realización de una idea más vieja de quien la decía detentar: "el hombre nuevo". Todo lo viejo debía ser desterrado: a golpe de conveniente olvido o de bayoneta. Profesores, traductores, intelectuales y clases medias son directamente aniquiladas. Sólo será posible el hombre nuevo gracias a los más tiernos infantes del lugar, pronto asesinos de sus padres y no a la manera freudiana precisamente. De manera literal niños-soldado asesinan a todo aquel que ordene el Angkar ("Organización", brazo armado del Partido Comunista de Camboya). Por encima estaría el Angkar Leu, organismo a quien los camboyanos llamaran "el país de los muertos": nadie regresaba tras su comparecencia ante él. Pero Pol Pot cree que para el "hombre nuevo" debe haber un "país nuevo": Kampuchea Democrática. Es el eterno y peligroso juego en forma de baile de conceptos. Donde dice democracia, dice dictadura. Donde hombre nuevo, asesino nuevo. El mismo juego hará que la vecina Vietnam prosoviética sea la que, invadida por la Kampuchea Democrática, devuelva la agresión al considerar el régimen genocida camboyano como "ultraizquierdista". Donde dice ultraizquierdista, dice "apoyado por el régimen competidor chino". Estamos ya en 1979 y la cantidad de víctimas son cifradas en más de un millón, dos millones si tenemos en cuenta la hambruna que tanto comunismo rural trajo consigo. El "hombre nuevo" acaba en canibalismo masivo entre la población bajo el yugo del Angkar . Pol Pot vuelve a la selva reuniendo a antiguos enemigos para ello. Seguía exhibiendo su letal sonrisa, orgulloso de engañar a cándidos periodistas. Hasta el último día. Todavía recuerdo un documental que refleja sus últimos días: era como ver a Stalin pululando con bastón por la jungla y sin juzgar. En 1997 dejó ya de dominar, tras seguir con su lógica de paranoico: su última purga debió atragantarse hasta al reducto último de fanáticos seguidores. Fue destituido. En 1998 es juzgado por sus otrora fieles parroquianos a cadena perpetua. El anciano de 73 años sólo escuchaba la radio del propio khmer rojo y de La Voz de América . Enfermo de malaria, según declaró cáusticamente un oficial khmer llamado Khen Ngun a la agencia France Press , "La comunidad internacional ha llegado demasiado tarde, y ahora nosotros debemos cargar con la responsabilidad de su muerte". Definitivamente François-Marie Arouet, Voltaire, tenía razón al afirmar en su obra Mélanges que el supersticioso es "su propio verdugo" que por extensión "lo es también de cualquiera que no piensa como él". El supersticioso y dogmático Pol Pot acaba muriendo apresado por sus supersticiosos y dogmáticos seguidores. ¿Da igual si por malaria o por "juicio popular"? Pero Pol Pot no era el único creador de oprobiosos lugares como S-21, donde se daban doctorados en refinamiento de tortura. No fue el único. Los hubo, los hay indultados. Los hay que van a ser juzgados más de tres décadas después. Es la nostalgia de lo imposible: juzgar el pasado lo es. Pero al menos es algo.



Imagen: Las tétricas consecuencias de "la Ideología".