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sábado, 7 de noviembre de 2009

Sin plan maestro.



Nada más que la lluvia golpeando mi cabeza hace un rato con cierta fiereza, no hay más plan. Ahora, son las ventanas donde repiquetea la incesante y pertinaz lluvia. Es sábado, salí ya de trabajar y sigo sin comer a pesar de ser tarde avanzada: habrá tiempo para ello. Y aquí delante de la destellante pantalla, al igual que la del trabajo, sigo pensando en que el otoño es lo mejor. La melancolía no enfermiza es lo mejor. La depresión era "estar enfermo de melancolía", como antaño se decía: como el nunca olvidado David Hume sufriría. "Enfermo de melancolía" tras su injustísima pérdida de cátedra de Filosofía en la Universidad de Edimburgo (la "Atenas del Norte" en el siglo XVIII), por la acusación de "ateísmo". Tanto revolotear en torno a la teoría de la "causa-efecto" es lo que tiene. Ningún "ente" da cuenta de los efectos: sólo causas totalmente empíricas. ¡Y qué decir de tantos "entes intermedios" como santos, ángeles, arcángeles, etcétera!

Y recuerdo aquel día a principios de agosto de 2002 en que conocí su ciudad con mi navarro-británica compañera y llegué a ver la estatua, un poco "de modé", en plena Royal Mile.

Edimburgo estaba igual que Pamplona ahora, mientras escribo: lluviosa, tejados húmedos a la vista y niebla no muy al fondo.

Así es el tiempo por aquellos pagos. Así lo es por éstos.

Pero hoy escucho de nuevo el "revival" mod de los noventa: "The Masterplan" de los Oasis es, entre otras, una canción casi perfecta. Únicamente cuando toma protagonismo la orquesta en demasía se vuelve empalagosa hasta el extremo: no así el principio y el final. Soy más del rock de los 60 y 70, pero reconozco que aquel "revival" me pilló de lleno y me gustó. Recomiendo escuchar la canción de los Oasis mientras tengan la amabilidad de leer este "post".

"Tómate el tiempo para reflexionar/sobre qué es lo que quieres decir..." espeta en su comienzo la canción, pero creo que no tengo dicho tiempo y no sé si reflexiono debidamente. Siempre me sobraron palabras. Me sobran y, me temo, me sobrarán siempre. Palabras, demasiadas palabras. He querido infructuosamente ser como "El Coronel", entrañable personaje de "Juan Nadie" de Frank Capra: "No leo el periódico ni tampoco escucho la radio. El mundo ha sido afeitado por un barbero borracho y no necesito leer nada".

Salvo la segunda frase, ése es y me temo que seguirá siendo, mi anhelo. Con él moriré pues se me hace imposible no estar al día y menos a punto de cumplirse 20 años de cuando cayera El Muro de Berlín: 18 años ya daban, al menos a uno, para analizar el asunto.

Es sábado, tengo una pinta de cerveza delante y me parece estar en Edimburgo, en Londres, en Oxford o en el Manchester de los Oasis: los hábitos son muy de allá en esta santa casa.

Es un sábado sin plan. Lo mejor: estar conmigo por un día. Y seguir pensando, escribiendo y leyendo: mi plan perfecto.

Pero mi plan maldito.

domingo, 11 de octubre de 2009

Premio preventivo.

Es el triunfo de la retórica: arte de adular oídos y no decir absolutamente nada substancial, es decir, real, palpable.

Es el arte -celosamente guardado por el cristianismo- de la locuacidad transmutada en humo, en fuego de artificio.

Es, finalmente, la caverna de Platón sin posibilidad de salvación rompiendo el encadenamiento y doliéndose por la luz de la realidad que nos hace libres.

EEUU es ejemplar al haber conseguido, en el corto período de unos 50 años, hacer ascender por la estructura social de dicho país a los ciudadanos "afroamericanos" de la pura segregación y esclavitud a que uno de ellos pase a ser Presidente.

Pero no hay científico en sus cabales que diga que se piensa con la melanina en vez de con el cerebro. Tampoco es de celebrar que en dicho país se ascienda verbigracia a lobbys. Lobbys imprescindibles para la concesión del premio que lleva el nombre del inventor de la pólvora, no mojada, precisamente: el Premio Nobel.

Es el de la Paz, una vergüenza desde hace años.

"He venido aquí con una rama de olivo y la pistola de quien lucha por la libertad. No permitan que la rama de olivo caiga de mi mano": son las amables palabras de otro pacifista premiado: Yasser Arafat en otra institución burocratizada y bastante venida a menos, la ONU.

Pero Obama, hoy, más de cien días después de llegado al poder, no ha demostrado nada. Buenas intenciones, no más: nada, pues.

Es: un premio preventivo.

domingo, 27 de septiembre de 2009

El "desafío" de los salvapatrias.


Un comunicado a gritos. Nada más. Nada nuevo. Otra vez los gritos. Los gritos que los autores de tal papelucho provocan en víctimas: directas, familiares de las anteriores, la de miles de chavales a quienes corrompen el cerebro y a sus familias…


Pero me gusta su “desafío”: no contemplo la Filosofía como sedentarismo intelectual. No, hay que tomar partido aun sabiendo que no se tiene la razón en todo.


Emplean, pues, la palabra “desafío” en forma de preguntas que yo recojo y respondo de manera inusualmente breve en mí:


¿estarían dispuestos a respetar un proceso en el que los territorios vascos decidan sobre su futuro político?: territorios que bien pudieran acaparar la bureba castellana, la Rioja, etcétera. La diferencia entre Historia e historicismo la da Nietzsche al hablar de cómo los nacionalistas amantes del historicismo de su época, de tanto mirar hacia atrás se convertían en cangrejos: siempre pensando hacia atrás.


¿estarían dispuestos a respetar la decisión de la mayoría de la ciudadanía vasca en caso de que se decantara por la independencia, y a dar los pasos necesarios?: dependiendo de qué ciudadanía hablan estos augures. Y respondo a la gallega: ¿saben algo del concepto “ciudadanía” y del pensamiento contractual? ¿Y si saliera la decisión contraria, la aceptarían Vds.?


¿Están dispuestos a preguntar a los habitantes de los territorios que están bajo su dominio, sin límites y de modo abierto, sobre su futuro político?: sin los límites que, quieran o no, existen entre dos comunidades diferenciadas (y una tercera en el caso de “Iparralde”), supongo.


Teniendo en cuenta el tortuoso camino a través de la Constitución aprobada por un sujeto político del cual forman parte, quieran o no, tal vez debieran plantearse hacer tantas preguntas al viento.


Lo demás: siento que los escépticos casi siempre tengamos razón. Escribí en este mismo blog mis certezas de que en 2005/2006 la tregua, paro indefinido o como quieran pervertir el lenguaje y los conceptos, que aquello, en fin, no era creíble. El maximalismo les ciega y los hace predecibles.


Pregunto: ¿estarían Vds. dispuestos a aceptar una consulta en que se preguntara por la continuidad de su terrorismo? (los zapatistas lo hicieron, si les sirve de ejemplo).


Pero no caben ilusiones de quien hace tan burdas preguntas viciadísimas y a modo de chantaje que movería a risa si no tuvieran funestas consecuencias.


Es la retórica de los salvapatrias.


Nada más.

Filosófico otoño.


Pudiera parecer un pleonasmo el título de hoy: para mí lo es. Mañana, al límite del día, comienza el otoño. Pero el otoño no entiende de fechas y veo clarear las hojas ya a un amarillo que anhela el color ocre que tanto me recuerda cualquier ciclo vital. Verde, amarillo, ocre y al caer, ennegrecida y crujiente, la hoja es ya cómoda alfombra. No poco masoquismo habita en mí todos los años: la de aquél que ama la nostalgia y la melancolía de un otoño lejos del estrés urbanita. Y me zambullo en las hojas de mis libros como en una montaña, como las que elaborábamos cuando críos con hojas de árboles caídas como materia prima en el patio del colegio o en plena calle: auténtico refugio acolchado. El mismo refugio busco en las hojas de Schopenhauer, ese bendito sabio viejo escéptico: a mí también me ha guiado y me guía desear tan poco y conocer tanto como a él…y hete aquí el inicio de mi otoñal melancolía. Me hallo muy por encima de politicastros ociosos discutiendo quién nos roba más, quién nos miente peor (ya sólo pido de un “servidor público” que me mienta bien, pues ni a ello llegan) y de aduladores con aviesas intenciones. Lejos también de fanáticos del terruño y “la sangre propia” que Nietzsche, en uno de sus demoledores aforismos, tan bien criticara: “El que odia o desprecia la sangre extraña no es aún un individuo, sino una especie de protoplasma humano” (“Aforismos”, Friedrich Wilhelm Nietzsche). Y es que el amor exagerado por la sangre, el territorio (siempre ficticio en sus fronteras políticas, repito, políticas), a las propias costumbres y al propio folclore, conllevan como consecuencia directa de tamaña causa: la xenofobia, el racismo. Pero me aparto de todo ello y pienso cómo volverá a estar el monte en unos días. Cómo tal vez me convenga perderme un poco en él, a pesar de dolencias musculares con que este otoño maldito, al que tanto amo, me castiga. Amor maldito. No hay otro. Y pienso en mil lugares cercanos, ya multicolores y oliendo a setas.


Es la vida en sí: los sentidos que sólo fanáticos religiosos repudian. La vida son los sentidos y en la mía, cobran mayor importancia si cabe. Y el sentido de la lectura, de la razón, se apodera de mí aconsejándome fielmente y arropándome como una montaña de hojas caídas de mil árboles: “(…) uno debe sobreponerse a la tendencia natural a la sociabilidad y esforzarse en dosificar cuidadosamente la confianza…” (“El arte de conocerse a sí mismo”. Arthur Schopenhauer).


Es uno de los mejores consejos que he recibido y siempre conlleva en sí, a mi parecer, el otoño donde guarecerse dosificando la confianza cuidándome de mediocres y pelmas que husmean alrededor. Sólo así se puede llegar a la máxima de Shakespeare y de la cual se hace eco Schopenhauer: “Ante todo, sé fiel a ti mismo, y te seguirá, como sigue la noche al día, Que no podrás ser falso con nadie” (“Hamlet”, Shakespeare). Sólo así, pues, protegido por interminables árboles que dejan caer elegantemente sus hojas sobre uno en un bosque o en el cálido escondite de mi biblioteca dejando pasar las hojas entre las manos, llega uno a tan gratas como subjetivas conclusiones. Seguir siendo fiel a uno mismo en este ya otoñal jardín lleno de hojas de árboles y de libros: ello me hace no engañar a nadie y sólo congeniar sinceramente con quien más se lo merece, haya acuerdos o no.


Es, me temo, el inicio de otro filosófico otoño para mí.


Espero lo sea también para Vds.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Oráculo Egeo.



El Egeo con mal despertar puede ser de lo más traicionero. Y aquel lejano día así estaba: en lontananza pareciendo tranquilo para, en barco, transformarse en mareante, inestable y picado suelo. Y allí estábamos, justo a las mismas horas en que Manhattan sufría un teocrático ataque que a todos, los más, nos hizo cambiar a mejor en cuanto a interés analítico del bicho humano.
Atrás dejamos el estúpido sentimiento –no racional por tanto- antiamericano. Nadie lo hace todo bien, menos en los Estados Unidos. Pero el antiamericanismo, como bien vio el Jean-François Revel más liberal y ateo que nunca, es cosa de imbéciles. Vestigio patético de la nostalgia de “otra cosa” que nunca funcionó: ni a la soviética, ni a la rumana, ni a la yugoslava, ni a la albanesa. El comunismo no funcionó. El socialismo real resultó de lo más irreal y cruel.
Pero era el Egeo el que nos hacía ver, ora el mar, ora el cielo heleno en un terrible vaivén camino de Naxos desde Atenas, como pronosticando la noticia agitadamente. Los isleños se pegaban como más de medio mundo, al televisor. Mi compañera pensó que eran carreras de coches o de motos que a los griegos les apasionan. Pero desde el principio dije, más que todo por las anonadadas caras de los helenos de Naxos, “aquí pasa algo gordo”. El hecho de que algún isleño avispado nos identificara como “vascos” (cualquiera empieza con sutilezas navarras, vascas, españolas y demás con un marino que hablaba en la misma frase griego, inglés, francés e italiano), hizo que soltara la burrada de turno: lo del World Trade Center le parecía al preboste demasiado, y no como allá "que os cargáis uno o dos en cada atentado", venía a decir con su lenguaje de traductor borracho de la ONU.
¿Para qué sacarle del malentendido?: corrimos a un cibercafé. Las gigantescas pantallas iban apareciendo por todas las terrazas típicas de la isla. Hace nueve años y todavía hay quien no se entera de nada. Los ateos civilizados sí lo sabemos.
No todos los fieles seguidores son así, pero sí una importantísima mayoría por no querer hacer, desde el siglo VII (que se lo pregunten al pobre Averroes y a tantos otros), una lectura revisionista e ilustrada. No, no es buen tiempo para “infieles” (cualquier confesión que no sea la musulmana) y no creyentes (como quien suscribe), y el aviso queda claro para sus propios fieles: “No son iguales, entre los creyentes, los no combatientes (…)” (“Sobre la guerra santa”; Azora IV de El Corán).

martes, 1 de septiembre de 2009

1 de septiembre de 1939


Un pretexto valió para el tirano que nunca tuvo tantas facilidades gracias a la política de “appeasement”. Eternas negociaciones con quien no quería negociar. Las eternas conversaciones para quien sólo pensaba en ellas como en un teatrillo. Para quien únicamente quería salir en la foto haciendo pose. Debiera hacernos cavilar en los tiempos que corren. El humano siempre en conflicto con el humano, rompe a hablar con quien realmente no quiere. Sólo nuestra innata tendencia a la idealización nos lleva a ver lo que no es.


Las dictaduras de todos los pelajes, siguen hoy haciendo burla. Y hay quien se tapa los ojos, los oídos, todo menos la boquita. El querer hablar con quien hace mofa de ello: la condición humana. La estupidez humana.


1 de septiembre de 1939: un pretexto. En aquel abismal caso: unos soldados polacos atacan una estación alemana. Y la “Gran Alemania” (Germania) pensada ya por los idealistas y románticos decimonónicos, iba a hacerse realidad. Pero la realidad nunca es de quien la idealiza y los “soldados polacos” no eran sino prisioneros alemanes de los campos de concentración disfrazados con uniformes polacos, cuyos cadáveres fueron abandonados en la estación de radio “atacada”. Los idealistas tienen flaca memoria, ya nadie recordaba el pacto germano-soviético: reparto de Polonia. De ahí, de un acuerdo entre dictaduras enormemente parecidas, al abismo de la II Guerra Mundial.


No es un día grato para quienes únicamente hacemos bandera del pensamiento anti-totalitario. Pero agitamos igualmente dicho estandarte, acusando de dictadores donde otros ojos cándidos ven risueños caribeños cargados de petróleo, donde chilabas y petrodólares conviven “en paz” o fanáticos con ganas de reunirse con las “uríes” son respetados por “su cultura”.


1 de septiembre de 1939, 70 años ya. Y algunos jugando a hablar con cerebros repletos de cemento armado. Muy armado.


viernes, 28 de agosto de 2009

La muerte de un Kennedy



Teddy Kennedy ha muerto y todos debemos llorar. Tanto quienes conocieron la era dorada del clan fundado por Joseph, un mafioso defensor del “apaisement” con Hitler, como quienes no habíamos nacido todavía (yo lo hice el año, si como Chesterton dice en su autobiografía, creo lo que me dijeron aunque no tenga una prueba fehaciente y empírica, el mismo año en que murió Jim Morrison). Ha muerto un Kennedy, lloremos. Ha muerto el último “mito” y yo, que ya nací iconoclasta, me río. Tantos años con la película de Oliver Stone a cuestas –con decenas de fallos, por cierto-, con artículos, con libros leídos como “JFK, el último testigo” de William Reymond o “Conspiración” de David Talbot y con webs, para que uno acabe sospechando no ya de las conspiraciones – la política es pura conspiración que cuando no encuentra lo que persigue, recurre a lo que sustituye: la guerra, encubierta o no- sino de los hagiógrafos de pacotilla que en vez de centrarse en el tema, nos hablan de personajes irreales.
JFK no era ese santo varón que siempre venden, era un puterillo de tres al cuarto. Inteligente, sí. Humano, aunque no lo digan. Pero disoluto: ¿cómo en “Trece días”, película basada, por cierto, en el libro de su hermanísimo Bobby Kennedy también asesinado, aparece como un amante de la familia ante un posible “holocausto nuclear”? A JFK le preparó los discursos la CIA, sí, la mayor sospechosa de su muerte. ¿También pudo ser el servicio secreto cubano, el G-2? Y digo yo ¿qué demonios importa? ¡Ese era el ajedrez político de los 60!: sucio, como siempre. Bobby Kennedy que compartiera amante con su hermano John, una tal Marilyn Monroe, no dijo nada cuando ésta se suicidara después de que él le diera unas calabazas de órdago. Manipulada por los dos hermanos, la muchacha creó otro mito: los hombres no la comprendían. También hay teorías de conspiraciones a su alrededor. Queda claro pues, que los dos asesinados supuestamente defendían valores progresistas –incluyendo valores familiares que aquí algunos dirían “conservadores”- teniendo a dos esposas que podían hacer una lucha de ciervos en plena berrea. Pero muerto el primero del clan, quedaba el segundo. Bobby dejó un rastro de tramas ocultas como el de su asesino (compañero hoy de celda del “simpático” Charles Manson). Su asesino, Sirhan, podía haber sido objeto de una “manipulación mental” por parte de la CIA a través del proyecto MK Ultra. La recaraba. Oigan, ¿es que nadie sabe/sabía que los servicios secretos son el papel higiénico que todos los políticos utilizan, incluyendo asesinatos de contrarios? ¿Ahora se va a caer alguien de ese guindo? Pero es mucho más facilito decir que JFK y Bobby Kennedy eran buenísimos (al lado de Nixon tampoco es de extrañar que haya tanto incauto). Pero la gran paradoja de la relación entre el político y los supuestos “hacedores” de tramas que acaban con él, se ve claramente en JFK como dije: la CIA le aúpa al poder para después ser puesta en ridículo por el ¿pacifista? que intentara asesinar más veces que ningún otro presidente estadounidense a otro impresentable: Fidel Castro. La chapuza de la Bahía de Cochinos picó, y mucho, a la CIA. Pero ya sólo quedaba el “mito Ted”. Hoy un periódico habla sólo de un “accidente” en que murió la que fuera secretaria de su hermano Bobby, que murió un año antes. Dicho accidente “le persiguió toda su vida política”. Nada más. Una muerte más ¿qué demonios importa? El mismo periódico, mediados los noventa, hablaba de cómo un detective que investigó el caso, siempre sostuvo el “asesinato” de un Ted cargadito de whisky, tirando el coche al lago Chappaquiddick tras algún tipo de discusión con Mary Jo Kopechne, la chica que falleció en tan extrañas circunstancias. Ella pagó, cual sacrificio maya, el precio de la rabia de otro niño mimado de la vida pública estadounidense. Al menos como homicida involuntario, más que todo porque no había dios que ocultara el hecho de salir pitando mientras el coche caía al lago, el susodicho llegó veladamente a reconocerse como tal. Una ducha, afeitarse y presentarse en una comisaría diciendo “yo conducía el coche con esa señorita” horas después, fue todo lo que hizo.
Pero manchas de sangre en la espalda, heridas no producidas por el coche, así como testimonios de un Teddy borracho –sus dos famosos hermanos ya asesinados hacían bromas en periódicos y revistas serias al respecto- nervioso, cabreado y con ganas de bronca, fue visto antes del suceso, precedido de una fiesta en la isla de dicho lago, donde se bebía de todo menos agua. Y dejando atrás tanta hipótesis, quedaba objetivamente Ted Kennedy como seguidor del clan (del lobby, habría que hablar) que acaba siendo engullido por conspiraciones con un “efecto boomerang” de lo más perfecto. Nunca consiguió llegar a donde se propuso. Nunca pasó de senador. Nunca quiso hablar del tema: un año de libertad condicional es el precio de alguien con poder ante tales más que sospechosos hechos. Y me queda la certeza más arriba indicada, de que cuando un político muere, también tiene que ser recordado por sus miserias. Siempre éstas peores que las de muchos de nosotros, pobres contribuyentes. Y la certeza de que a ellos, que juegan en ligas mayores, también les llega lo que a todos: el final.

viernes, 7 de agosto de 2009

Regreso maldito.


Please dont’t stop me”: suena Bruce Springsteen más rockanrolero que nunca. Y pienso en la luz dejada atrás: hoy es luna llena y no hay dios que la vea. Ayer, iluminaba una ciudad más amable, más grande y más contaminada lumínicamente en que se veía cómo dicho astro bañaba de luz más que cualquier artilugio humano. Ayer estaba en mi (nuestra) pequeña porción de irrealidad: las vacaciones. Las últimas fueron inmejorables: el paro forzoso y la muerte de mi nunca olvidado padre. Antes una grave enfermedad de quien suscribe y que deja un reguero de pastillas y limitaciones que debe (deberá) respetar uno. La vida es sueño, dijeron no pocos estoicos, nada más. Algo de razón hay en ello. Pero regreso y la maldita ciudad que me asfixia por su mojigatería, falta de imaginación y por su clima, me recibe: ella es la realidad. Una verdadera perra rabiosa y repelente.


Y Springsteen me recuerda que no quiero, por favor, no quiero más puñaladas por el momento. Por favor realidad, no me apuñales al menos por un momento. Mas no crea la realidad que la temo, por mucho que se transforme en un State Trooper, queriendo pedirme papeles en mi carretera. Un año y medio que regalaría únicamente al más corrupto de los políticos es más que suficiente como para saber cuál es su jodido juego: pero sé más. Nadie, ningún sabio, supo sobrepasarla. Tal vez estudiarla, como pretendiera Freud: cuanto más apegado está uno a la realidad más feliz es. O infeliz. Pero un materialista como quien les escribe es feliz apegado a tan ingrata dama que también quema como nadie. Pero vuelvo de tierras más benévolas. Y ahora llueve. Aquí la realidad me devuelve con un tortazo la insolencia de disfrutar mi interrupción anual –que afortunadamente poseo todavía- en forma de fresco y nubes cargadas de tristeza lamiendo cimas de montañas cercanas. Mas repito, no se vaya a creer tan repugnante señora que uno se queda cruzado de brazos.


Tengo tras de mí a todo un ejército de helenos sedientos de sangre y que saben de qué demonios hablo: ”(…)no ha criado la tierra animal más endeble que el hombre entre cuantos respiran sobre la tierra y se mueven” dice un corajudo Odiseo ante Antinoo y Anfínomo que rebuznan un “¡Salve, padre extranjero! Sé un hombre feliz desde ahora, ya que tanto hasta hoy te abrumaron tus muchas miserias”. Frase que cualquier dogmático con aviesas intenciones pudiera emplear contra mí.


Pero Odiseo (Ulises) no era únicamente inteligente, además era valiente cuándo y cómo un heleno sabe serlo: “No imagina [el hombre] que habrá de sufrir infortunios en tanto las deidades le otorgan la dicha y sus piernas se mueven. Pero cuando los dioses dichosos le dan la desgracia, quiera o no, la soporta con un corazón resignado”.


Resignado pero valiente, quieran o no las deidades. Hagamos del regreso nuestra particular odisea: sean la inteligencia, el valor anímico y físico los que rijan nuestros pasos en adelante. La vida es una aventura. Para quien así no lo vea, sépase un muerto en vida.


Imagen: El cantante que por mi mala testa en los años más punk/skin no me atrajo. Ahora no sólo me gusta, es que me recuerda siempre a mi buen compañero durante década y media en una fábrica y amigo Ricardo Lecumberri. Siempre escuchar a uno es escuchar al otro...


miércoles, 24 de junio de 2009

Verano, largo verano.


Harto ya de imaginar los bellos parques cercanos a mi hogar, mientras los paseo, perdiendo clorofila por doquier verbigracia el trasiego de impresentables, así como la desaparición de su orden y limpieza (no hablemos ya del río que surca esta ciudad con poco de “gloriosa” en sus fiestas), harto ya de ver la maldita destreza de Obama con la mosca cojonera en plena retransmisión televisiva, harto ya de los mosquitos que impiden volar a nuestro presidente desde Togo (“mosquitos fascistas ¡seguro!”, dirá el cejitas); harto ya de tanto inicio de culebrón veraniego político-televisivo. Así me encuentro. ¿Puede haber algo más irritante que las fiestas que se nos avecinan, celebradas con algarabía y regocijo por ateos declarados que conozco teniendo en cuenta que dichos festejos no hacen sino referirse al martirio de un cristiano? Esa repugnante afición de celebrar la sangre del mártir que agoniza... Volverán las hipócritas actitudes de los habitantes de esta pequeña urbe que por arte de magia –repito: magia- se vuelven encantadores y bonachones tolerantes. Volverán los zafios y los estúpidos de fuera. Siempre hay excepciones, obviamente, en ambos casos. Pero la tétrica lista de cifras cantan en cuanto a quienes dan rienda suelta al gran bastardo que llevan dentro en tan “festivos” días: la pobre Nagore Laffage fue la última, con la ignominia que supone una especie de “omertá” en torno al presunto culpable: ésa es la Pamplona que siempre me repugnará. Pero mientras, aunque no se lo crean, el mundo sigue: en Irán mueren por decenas ante un clamoroso tongo y los dirigentes amenazan literalmente con ser “más revolucionarios con quienes protestan” (léase ser más represores con quienes protestan: recuérdese el carácter revolucionario de los nazis, de los fascistas salidos del socialismo, de los falangistas, etcétera. Se impone leer “Diccionario de adioses” de Gabriel Albiac donde el autor hace tan pormenorizado repaso etimológico y epistemológico de la palabra “Revolución”, proveniente de Copérnico y que da su salto a la política). Mientras los programas-basura televisivos se transmutan en algo peor gracias al cambio del nombre oficial y otros siguen igual con total descaro, llega el verano con sus culebrones políticos. Al lado de éstos, prefiero los culebrones de sobremesa y con sabor latinoamericano. Sinceramente. Que Vds. lo pasen bien.


Fotografía: obra de Iñaki Zaldúa en 2004.

¿Quién soy yo?


Y la pregunta no deja de repetirse a lo largo de la historia de la humanidad. De ese bicho tan complejo como cruel que es el humano. Ni, por supuesto, en la vida de quien suscribe. ¿Qué carajo es la vida?: una generación, diría en parte Ortega. Nada más. Pero la constancia de ver cómo una generación que precede a la mía va desapareciendo, mina la moral de cualquiera. La mía al menos. ¿Quieren un bonito dogma para vivir mejor consigo mismos?: lo respeto siempre que no ensucien terreno ajeno. Este blog tiene muros, me da igual si les parece bien.Ya me entienden. Lean, piensen. “El hombre rebelde” de un irreductible Albert Camus, sea tal vez una buena y grata compañía este verano. ¿Yo: qué es eso?: me preguntaba hace poco un familiar que se examinaba de la disciplina maldita por excelencia. La Filosofía, of course. Y lo mejor es que a un pesimista racional como yo, su actitud hizo ilusionarme cual niñato de 18 primaveras. Sería cosa de las dos generaciones que nos separan, digo yo y siguiendo a Ortega. Pero nada más grato que ver la ilusión en alguien que ve la ilusión de uno a través de la transmisión –humilde en mi caso- de conocimientos. ¿Quién soy yo?: alguien que no miente. Sigo escuchando mientras escribo para Vds. a The Kinks su fabulosa canción “I’m not like everybody else” que recientemente apareciera en un capítulo de los Soprano. Quiero un funeral como el del musical Tommy de The Who: con “mano lenta” tocando aunque sea en diferido y en vez de la pelma de Marilyn, una Angelina Jolie que acabará destrozada como todo icono. Las pastillas y el whisky – nuevo cuerpo y sangre del Señor- estarán asegurados para todo el mundo. No soy igual a nadie. Soy, pues, el anti-dogma. Soy yo. Nada más. Todos estamos unidos por un hilo biológico como demostrara el grato descubrimiento de la cadena de ADN. Pesadilla de racistas que nunca leyeron a antropólogos como Marvin Harris. Pobres. Pero nada más, después de la biología: nada más. En mi mismidad: soy yo. El que rodeado de un ambiente festivo y masificado, tiene que trabajar el fin de semana. Yo, hoy, sábado. También soy ese. ¿Y qué? El que no cree ni creerá en ninguna religión mística o política. La sustitución de una por otra fue inteligentemente vista por Nietzsche: recuérdese. El dogma mata el yo. La religión también. La vida te hace forjar ese yo. Yo soy yo y lo demás no. Sólo con quien tenga en tan alta consideración su propia persona sin integrarse en masas uniformadoramente políticas, religiosas, alienantes en todo caso; sólo en ese caso: aquí me tienen. “Ética a Nicómaco” de Aristóteles: otra lectura estival recomendable, para que luego digan. Un elogio de la amistad. Sólo yo puedo buscar a gente con quien disfrutar de ese estoico sueño que es la vida. Sólo a quien se tenga en tan alta estima. Mis amigos. Yo.
Imagen: en un principio había puesto la mía, pero ¿quién mejor que el Diógenes de Sínope de Rafael a quien tanto debo?

miércoles, 27 de mayo de 2009


Por no emplear el manoseado despectivo adjetivo de “fascista”, apelo al más genérico de “totalitarismo”. La historia de la humanidad es una historia en forma de tablero de ajedrez. Es bonito creer en un mundo armónico. Es bonito, no real. El mundo es nada más que eso: un tablero de ajedrez en que cada movimiento arrastra consigo miles, millones de muertos. Y siempre, cuando en dicho tablero, el jugador-totalitario se ve acorralado por su propia chapucera jugada, ataca a todas las piezas que exitosamente le rodean triunfantes. Siempre, en cualquier forma políticamente totalitaria, el elenco de enemigos se amplía debido al declive interno: disensiones, pérdida de guerra con elementos exógenos, etcétera. ¿Quieren ejemplos?: el nacional-socialismo germano asesinó más y más rápidamente de manera totalmente industrializada a judíos, comunistas, gitanos, homosexuales, incluso a supuestos aliados italianos.


ETA no se libra: a mediados los noventa se comienza a asesinar a políticos electos (cosa que antaño criticara a los polimilis), a periodistas, funcionarios de prisiones, empresarios, etcétera, justo tras la caída de la cúpula al completo en el 92. Cualquier proyecto totalitario amplía su lista de enemigos con la ciega intención de conseguir cerrar filas. Así, hoy, ayer, el régimen estaliniano de Corea del Norte: no nos importó la hambruna que en los noventa acabara con más de dos millones de personas, las huidas desesperadas por la frontera china de tantos norcoreanos que tan ominosamente son devueltos por esa otra dictadura amiga, los campos de “reeducación”… En Cuba, nos contaba ayer la valiente cubana antitotalitaria Yoani Sánchez en su fantástico y heroico blog que su papá, miembro del Partido Comunista de Cuba, fue de los pocos que vio la realidad en forma de película. Exclusiva joya para el núcleo dirigente más reducido y secreto. La masa que pase hambre. Si en Corea del Norte el enano con tupé Kim-Jong-il está fatal de salud y la carrera por la sucesión está minando el régimen, lo mismo en Cuba: los últimos descabezamientos así lo indican. Pero en la península coreana, el humano nos recordó, de nuevo, al resto de congéneres que una explosión de 20 kilotones bajo tierra provoca terremotos de casi 5 grados en la escala Richter. Que los misiles se lanzan al mar no para que exploten en el aire cayendo comida para peces o confetis a modo lúdico-festivo.


Es la condición humana que bien supiera Freud, hay que domar. Las pulsiones de muerte (Tánatos) están ahí: sólo podemos refrenar dichas pulsiones. Cuando dichos comportamientos son blindados en forma de “ideología” militarizando a otros tontos útiles, se debería hacer lo mismo.


El totalitarismo triunfó a inicios del pasado siglo: fracasó aniquilando a todo bicho viviente a mediados y finales de la misma centuria.


Los restos tienen, tendrán, el mismo fin.


martes, 19 de mayo de 2009

Solos.


Temo caer en lo puro obvio. La vida es un “habérnoslas en el mundo”. Marx y otros lo vieron bien: el hombre está solo ante una aterradora naturaleza llena de sobresaltos y cambios más que impredecibles. Así, la naturaleza es múltiple y está viva: como bien supo Heráclito nada será nunca idéntico a este preciso instante en que tecleo para Vds. escuchando música tras haber estudiado. La relación con la naturaleza, de la cual formamos parte, es donde reside el conformarnos como seres sociales puesto que beneficioso fue el hecho de organizarnos –desde épocas pretéritas- para cazar más y mejor.
De ahí vendrían las versiones del antropólogo Marvin Harris: diferentes modelos de primigenias sociedades, siempre con un “redistribuidor” de la caza y comida acumulada para los tiempos en donde la naturaleza, de nuevo, se vuelve hostil: los largos inviernos. Nunca hubo un "comunismo primitivo". Nos guste o no.
El desarrollo posterior es fácilmente intuido: las primeras ciudades en el lejano oriente, las “polis” griegas, el imperio alejandrino y el romano, etcétera. Pero estamos solos, no lo olvidemos. El humano es un ser que psicológicamente –y si tiene dos neuronas funcionando- reflexiona en un eterno diálogo "consigo mismo". Nietzsche decía que su diálogo era entre “ Yo con Mi”. Los apellidos identitarios nada dicen de nosotros. Nuestros padres, a lo sumo, son importantes. El heredar de ellos lo mejor es nuestro deber: es la noción no manoseada de “tradición” que Hannah Arendt tanto reivindicara. Estamos solos: tengan una mala noche por lo que fuere.
Bien recordaba el Marx más genial (Groucho, of course), que él no podía imaginar nunca las angustias de una persona en medio de la noche. Lo consideraba la más pura intimidad. Y es ahí en donde me refiero a nuestra soledad: ahí habita. Estamos solos. Podemos acompañarnos bien: lo aconsejo. Una buena conversación con alguien inteligente y de humor sano vale más que cualquier prebenda que nos venda al mismísimo Mefistófeles. Pero seguimos solos: dedicarnos a saber cómo llevarnos, con nuestros impredecibles momentos -pues naturaleza somos- es un arte que algunos lo han llamado Ética, otros Religión.
Somos, en el fondo, unos bichos realmente curiosos.
Pero solitarios en el fondo y a la postre.

martes, 28 de abril de 2009

Que siga el espectáculo...

Y sigue la estulticia, tan humana ella, pues tan sumamente estúpido es el género humano. ¿Está más guapa la periodista llegada a más o la cantante-acompañante y ex-modelo? ¿Qué traje era el más bonito? ¿Cuál es la más guapa de las dos? ¿Es cierto que las acompañantes -repugnante término- eclipsaron a los acompañados? ¿Qué vestido era el más acertado? ¿Hubo alguna falta al jodido protocolo monárquico por parte de alguien?


Más de 4 millones de parados, uno de esos millones corresponde a familias en la que ninguno de sus miembros trabaja.


Y los sindicatos mayoritarios -tapones mayoritarios, cabría decir- cerrando bocas a cualquiera que se atreva a decir que lo suyo es una vergüenza, mientras se preparan para otra anual folclórica sesión de puños en alto mientras suena La Internacional el 1º de mayo del ¡2.009!


Sigue el espectáculo que todo lo invade.


Y Guy Debord sigue teniendo razón:


"El espectáculo es el mal sueño de la sociedad moderna encadenada, que no expresa en última instancia más que su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño".


("La sociedad del espectáculo": Guy Debord)

viernes, 24 de abril de 2009

Estulticia.


(Del lat. stultitĭa). f. Necedad, tontería, según el diccionario de la R.A.E.



Ayer encarnaba la acepción Pedro Solbes diciendo que hablar de crisis era poco menos que ser “antipatriótico”. Comodín para el público (la "patria") de la repugnante casta política que gobierna nuestras vidas – y nuestros impuestos – para que sigamos más pendientes del espectáculo que entontece, como bien viera Guy Debord. Sigan con el pasapalabra de turno, la operación apoteosis total de fama, los inverosímiles telediarios y demás productos del aparato de propaganda alienante. La ministra Salgado, hoy, hace apenas unos minutos, sobre los terribles y vertiginosos datos del paro en el primer trimestre: “malos y peores de lo que se esperaba”.


Nadie nace augur. Nadie nace profeta. Es más: no existen los gurús. El que me quiera demostrar lo contrario ¡adelante!


La cosa no está para bromas: algunos ya sabíamos en febrero de 2008 qué significaba “concurso de acreedores” pues por motivos laborales uno se leía cuatro diarios económicos al día. Después la cosa se tornó en “desaceleración económica”: la estulticia del cejitas. Los sindicatos –todos salvo tal vez la histórica U.S.O. – siguen su repelente inercia de pseudo-funcionariado sin oposición a través de la “dedocracia” omnipresente, comportándose como “superestructuras” que diría Marx, taponando el monumental y justificado cabreo de los, por ejemplo, nuevos 800.000 nuevos parados en lo que llevamos de año. Cuando yo fui despedido, el mismo mes, nos fuimos a la calle 300.000. Ahora trabajo al menos, cobrando lo mismo que los chavales que provocaron los disturbios anarquistas en Grecia. Y es que cualquiera que sepa o se interese un poco por la historia, sabe perfectamente –no lo quieran los dioses del Olimpo- que crisis de esta jaez terminan en terrorismo anti-sistema o en guerras interminables.


Son ya 4.000.000 de parados con infinidad de desempleados inmigrantes “con papeles” que ya no sirven para nada, puesto que como recuerda Debord: “La razón de que el espectador no se encuentre en casa en ninguna parte es que el espectáculo está en todas partes”. Nada hay más internacionalista , pues, que el espectáculo que entontece a la informe “masa”. Masa en este caso de desempleados.


Ayer Solbes, antes de ayer el Presidente, hoy la ministra Salgado.


La estulticia impera.


Vds. sigan comiendo y viendo la tele: ¡que siga el espectáculo en TDT!


Imagen: Guy Debord.

viernes, 17 de abril de 2009

Ismo-Nacional


El Presidente del EBB del PNV en su blog a propósito de su intervención en el día de su patria: "Una intervención que fue acompañada por una voz al compás de la intensidad de las emociones de las personas allí reunidas así como por las características del sonido del lugar y en ese día (...)".



"El nacionalismo:


La tabla de salvación de cualquier pobre diablo que no tiene nada en el mundo de lo que sentirse orgulloso es enorgullecerse de la nación a la que pertenece; esto lo reconforta tanto que en agradecimiento está dispuesto a defender con manos y pies todos los defectos y disparates característicos de su nación"


(Arthur Schopenhauer en "El arte de insultar", letra "N").

martes, 7 de abril de 2009

Nostálgica primavera


Otro año más cumplido por quien suscribe. La situación me enfrenta a una especie de rueda nietzschiana del “eterno retorno a lo idéntico”, entendida a mi manera. Es primavera: regresa la nostálgica sensación de que en estos días, además de mi nacimiento, se han ido acumulando en la vida acontecimientos personales más bien indeseables. Nuevamente la certeza de que lo que parece (un día espléndido) se convierte en lo que no (un tormentón que a todos nos vuelve locos). “Días de vino y rosas”, una de las mejores películas que más ha llegado a aterrarme (¡la vi hace mil años de resaca!), me da pie a hacer un facilón juego de palabras y hablar de días de tormentas y rosas. Mis músculos me recuerdan sus lesiones y no digamos ya los nervios con tanto cambio. Del polen mejor no hablo. Pero al final, todo es rememoración de mi infancia: al final va a resultar que no todos son malos recuerdos en ella. La imagen de mi queridísimo difunto padre que hacía lo posible porque las vacaciones de Semana Santa resultaran lo más idílico, lo más perdurable en la memoria de sus hijos, regresa con más fuerza que nunca. Jodida vida: cerca del sureño lugar donde pasábamos esos inolvidables días, en el mismo prácticamente, me enteré de su muerte que todavía hoy lloro. Pero es Semana Santa y, de nuevo, me enfrento a la retahíla de películas no muy acertadas históricamente: algunas buenísimas, conste. Y me enfrento a los rituales que a veces se asemejan a los sangrientos festivales chiitas. ¡Crucifixiones reales!: ¿a qué tarado se le ocurre? En esa añorada infancia de la cual hablo más arriba, es cuando por primera y única vez vi semejante espectáculo ¡en esta tierra! Siempre lo digo: los ateos nos sabemos pocos. Los razonables, al menos, sabemos que entre los triunfantes tres monoteísmos, sólo uno grosso modo , nos deja vivir y expresarnos. En el Islam somos peores que infieles: por ejemplo. Los ateos somos pocos, pero no idiotas: vivir con un calendario católico tiene sus festivas ventajas laborales. Tampoco es baladí el hecho de que el cristianismo tenga valores más que aceptables. Sea como fuere, creyentes con buenas intenciones, ateos razonables (tanto unos como otros no tienen por qué convencer a nadie y menos joder a nadie: ahí radica tal respetabilidad) pasen unos buenos días. Quienes puedan, al menos. No gasten demasiado, que los tiempos vienen con parches gubernamentales y con demasiados agujeros económicos. Vida sólo hay una. No vivimos en tiempos greco-romanos en que dejar una mítica leyenda en esta vida era casi sinónimo de inmortalidad. Homero lo sabía. Sus protagonistas humanos así lo reflejaban.


Disfruten pues, no volverán a haber otras pequeñas vacaciones de Semana Santa de 2.009. Nunca.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Palomitas, cine y primavera.


Llega la primavera como mundo mágico que ha estado cubierto por un telón gris de frío y lluvias por un tiempo. Todo vuelve a parecer nuevo: las chicas aún más guapas, los árboles engalanados por multicolores vestimentas... Llega la primavera, recuerdo de otras primaveras solitarias en el cine: todo un lujo como ocio. Pero ayer prometí a Javier Arizaleta y a mí también, ser un poco más optimista: el estar con un trabajo a media jornada tal vez ayude, seguro. Así que traspasado el atraco a mano armada del precio de la entrada que para más inri conseguí por la red -ergo más caro-, decidí darme el consabido festín de palomitas y de refresco de cola. Y pensaba, mientras veía a no más de cinco personas a mi alrededor, que aquél tenía pinta de ser estudiante de Filosofía también, con el libro y tal; que aquél otro parecia más ser por edad un nostálgico de aquel horror que supuso el cacareado Mayo del 68 que lo único que demostró es que Sartre también se equivocaba ¡y de qué manera!, así como que bajo el adoquín no había playa, había una granada de mano y una metralleta para no pocos. Pero me pudo la emoción de un crío al ver comenzar una película tan seria como "R.A.F. Facción del Ejército Rojo". Y lo disfruté. También de mi maldita manía por pensar: si los franceses están dándose poco a poco cuenta de que lo suyo últimamente es la comedia ("Los visitantes no nacieron ayer", "La cena de los idiotas" y no digamos de la vista recientemente con mi compañera: "Bienvenidos al norte") y se van dejando poco a poco de supuestos mensajes metafísicos y de bodrios que gastan más que hacen ganar; pensaba, digo, en cómo los alemanes comienzan a mirar hacia su pasado sin complejos haciendo Arte en toda regla. "El Hundimiento" y la película ayer vista dan buena cuenta de ello. Ayer fui al cine, por motivos laborales de mi acompañante en la vida: solo. Tal vez azuzado por los escritos y audios de el imprescindible "El Cine de Marco", ¡cómo no! Pero como en la vida misma, llegan los créditos. Y uno es ahí donde recordó que no hay peor infección que la ideológica. Pero también, sin mermar un ápice mi buen humor y el homenaje que ayer me regalé, pensé en lo ciertas que son las palabras que rememora siempre mi compañera: "La vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa".
Es primavera, ayer tuve palomitas, refresco y buen cine: ¿importa el precio?
THE END.

domingo, 15 de marzo de 2009

Saber morir.


En Irlanda del Norte, de nuevo, se encienden todas las alarmas: la larga historia desde el primero de los diferentes modelos de IRA así lo atestiguan. Esta guerrilla de orígenes decimonónicos, fue la que con Michael Collins a la cabeza, consiguiera un Estado Independiente pero, como en toda negociación, no contentara a los más intransigentes por culpa de la “partición” del norte de la Isla Esmeralda. Después, en plena guerra civil en el primer desgajamiento de dicha organización, el IRA de Éamon de Valera consigue aniquilar a Collins y más tarde hacerse con el poder en una República independiente pero olvidándose de su antigua reivindicación de “unificación total” de la isla. De Valera proscribe al IRA que sólo seguirá vigente en los 6 norteños condados. Llegamos a la década de los 60 y el norteño IRA no hace sino hablar –como casi todos los grupos terroristas de la época- de “la lucha de clases” y de acabar con la “burguesía”. Para ello llegó a promulgar la unión de trabajadores protestantes-unionistas con los católicos-nacionalistas para derrocar a los “capitalistas”. Es el momento, acabando ya dicha década, de un “golpe de timón” en que otra ramificación –los provos, el IRA-Provisional- se hacen con el poder para satisfacer a la comunidad nacionalista, incluyendo "ajusticiamientos" de quienes no pensaban como ellos . Esta última escisión es la más sanguinaria con diferencia llegando, tras la torpeza cometida por el Ejército británico en el “Domingo Sangriento” que lo único que consiguió es que muchos defensores de los derechos civiles acabaran militando en el IRA, llegando decía al “Viernes Sangriento”: veintidós bombas en una sola noche con nueve muertos, sacudió Belfast. Pero los provos cambiaron la lucha por compromisos en diferentes aguerridos e inteligentes movimientos a mediados ya de los 90. La historia del IRA y de sus continuos desgajamientos en facciones más radicales y con muchísimo más apoyo popular, deja sin comparaciones dicho conflicto con el que por estos pagos algunos creen ver. El CIRA (IRA de Continuidad) y el RIRA (Real-IRA o IRA Auténtico como hemos traducido por aquí), no son sino grupúsculos peligrosos pero prácticamente sin apoyo popular, siendo éstos los únicamente comparables a la situación de algunos por estos lares: una lucha sin apoyos, sin fundamentos y sin justificación. Hoy leía en la prensa nacional que hace no mucho la nueva policía de Irlanda del Norte había entrado en el piso de un disidente del IRA y se habían encontrado a “un decrépito terrorista” contando batallitas de sus antiguos compañeros a una cuadrilla de críos ávidos de acción. Son chavales que no han vivido los años de cruce de atentados cada vez más numerosos y más sangrientos entre el IRA y los grupos terroristas lealistas. Críos que son ya hijos de la crisis que a todos nos atenaza. Pero las imágenes de ayer en Durgan se me antojan anacrónicas: críos que no quieren ni hablar de ir al colegio, juegan de nuevo con cócteles molotov y gasolina ardiendo. Chavales que no se saben manipulados cual títeres en un tablero de ajedrez donde están condenados a no ser si no peones en manos de alguien que decide por ellos. A tan tiernas edades se cree poder vencer a la muerte y que llegado si acaso el momento, la muerte propia será vengada por alguien y que dicha venganza de alguna manera será contemplada con satisfacción desde no se sabe dónde. Pero todo es un no saber morir. En su mundo la dignidad individual no existe, sólo la colectividad manda hasta la muerte. Al menos los antiguos sabían morir, releo en las hojas de un antiguo libro. La respuesta está -como casi siempre- en los clásicos. Que sea el filósofo rumano Emile Michel Cioran quien termine por mí: “Los antiguos sabían morir. Elevarse por encima de la muerte fue el ideal constante de su sabiduría”. (E. M. Cioran, “De lágrimas y de santos”, pág. 36)

jueves, 5 de marzo de 2009

Nostalgia de lo imposible en Camboya.


Como muestra de agradecimiento, publico en este Cuaderno de Bitácora el artículo que Diario de Navarra tuvo a bien publicarme el pasado día 2 de marzo de 2009 como "Artículo de opinión"; así como el otro periódico de esta comunidad: Diario de Noticias de Navarra que también lo publicó el pasado sábado 21 de febrero en la sección "Política" de "España-Mundo":


SALOTH Sor, alias Pol Pot , estudió en París nominalmente desde 1948 a 1953, más entretenido en revolotear por grupos revolucionarios de la época. Fraguaba ya su posterior idea de "lo nuevo" como algo radical y cerril. Lo nuevo fue, pues, su biografía: no estudió en un convento budista como quiso dejar esculpida en su biografía para la posterioridad ni tampoco acabó sus estudios de electrónica en la capital del Sena. Pol Pot asciende en 1962 a secretario general del partido comunista Khmer. Lucha contra los regímenes del príncipe Sihanuk -con el que luego se alió - y Lon Nol. Victoria en 1975: entrada en Phnom Penh. La paz es el ideal y, como tal, irreal. En unas horas los agentes khmers se dedican a proclamar por altavoces que el "imperialismo norteamericano" se hallaba presto a invadir el país. Comienza la materialización de lo imposible: de la utopía (del griego -u: "no", -topos: "lugar": "lugar que no existe"). Se expulsa de las ciudades a todo ser humano capaz de andar. El nuevo orden implicaba, a través de una mentira cacareada por las maltrechas ciudades, el idílico comunismo rural. Por delante, la realización de una idea más vieja de quien la decía detentar: "el hombre nuevo". Todo lo viejo debía ser desterrado: a golpe de conveniente olvido o de bayoneta. Profesores, traductores, intelectuales y clases medias son directamente aniquiladas. Sólo será posible el hombre nuevo gracias a los más tiernos infantes del lugar, pronto asesinos de sus padres y no a la manera freudiana precisamente. De manera literal niños-soldado asesinan a todo aquel que ordene el Angkar ("Organización", brazo armado del Partido Comunista de Camboya). Por encima estaría el Angkar Leu, organismo a quien los camboyanos llamaran "el país de los muertos": nadie regresaba tras su comparecencia ante él. Pero Pol Pot cree que para el "hombre nuevo" debe haber un "país nuevo": Kampuchea Democrática. Es el eterno y peligroso juego en forma de baile de conceptos. Donde dice democracia, dice dictadura. Donde hombre nuevo, asesino nuevo. El mismo juego hará que la vecina Vietnam prosoviética sea la que, invadida por la Kampuchea Democrática, devuelva la agresión al considerar el régimen genocida camboyano como "ultraizquierdista". Donde dice ultraizquierdista, dice "apoyado por el régimen competidor chino". Estamos ya en 1979 y la cantidad de víctimas son cifradas en más de un millón, dos millones si tenemos en cuenta la hambruna que tanto comunismo rural trajo consigo. El "hombre nuevo" acaba en canibalismo masivo entre la población bajo el yugo del Angkar . Pol Pot vuelve a la selva reuniendo a antiguos enemigos para ello. Seguía exhibiendo su letal sonrisa, orgulloso de engañar a cándidos periodistas. Hasta el último día. Todavía recuerdo un documental que refleja sus últimos días: era como ver a Stalin pululando con bastón por la jungla y sin juzgar. En 1997 dejó ya de dominar, tras seguir con su lógica de paranoico: su última purga debió atragantarse hasta al reducto último de fanáticos seguidores. Fue destituido. En 1998 es juzgado por sus otrora fieles parroquianos a cadena perpetua. El anciano de 73 años sólo escuchaba la radio del propio khmer rojo y de La Voz de América . Enfermo de malaria, según declaró cáusticamente un oficial khmer llamado Khen Ngun a la agencia France Press , "La comunidad internacional ha llegado demasiado tarde, y ahora nosotros debemos cargar con la responsabilidad de su muerte". Definitivamente François-Marie Arouet, Voltaire, tenía razón al afirmar en su obra Mélanges que el supersticioso es "su propio verdugo" que por extensión "lo es también de cualquiera que no piensa como él". El supersticioso y dogmático Pol Pot acaba muriendo apresado por sus supersticiosos y dogmáticos seguidores. ¿Da igual si por malaria o por "juicio popular"? Pero Pol Pot no era el único creador de oprobiosos lugares como S-21, donde se daban doctorados en refinamiento de tortura. No fue el único. Los hubo, los hay indultados. Los hay que van a ser juzgados más de tres décadas después. Es la nostalgia de lo imposible: juzgar el pasado lo es. Pero al menos es algo.



Imagen: Las tétricas consecuencias de "la Ideología".


martes, 24 de febrero de 2009

28 años ya...


"El arte de la guerra es semejante al de la medicina: mortífero y conjetural". (Voltaire en Le Sottisier)


Hace ya 28 años: ayer cumplidos. Hace ya 28 años cuando un familiar me fue a buscar a la salida de un gimnasio en una larga avenida pamplonesa. Las actividades extraescolares (así llamadas ahora) se cortaron de raíz. La avenida era ya sólo una noche de febrero incipientemente fría y plagada de luces de farolas forcejeantes con la nieblilla para ser vistos sus contornos. Lo demás: vacío. No coches. No viandantes. Nada. Silencio sólo interrumpido ante mis intentos de indagar qué demonios era un "Golpe de Estado": ¿cómo se podía arrear un golpe a algo tan poco palpable o, peor aún, arrear ese algo metafísico un mamporro a alguien? Poco a poco se fue diluyendo la neblina que había penetrado hasta en mi cerebro mediante una nítida explicación: los militares querían tomar el poder por la fuerza. Grosso modo lo entendí, ya que el poder todavía es algo palpable sólo en quien lo detenta aunque hoy todavía se me antoja un concepto un tanto metafísico, pues no pocas veces a ese sentido metafísico apelan dichos detentores. Hace 28 años y yo, con diez primaveras en mi haber, notaba ya claramente la convulsión permanente que se vivía en todo el país y no digamos ya por estos lares. Dos factores ayudaron a ello: mi generación se crió mayormente en la calle con todo lo que ello acarreaba y mi peculiar gusto por la lectura de periódicos desde mi más tierna infancia. Pero la cita de Voltaire todavía vale: no hubo nada mortífero, afortunadamente, y las conjeturas quedaron para después de la maldita "Intentona". Hace ya 28 años...

martes, 17 de febrero de 2009

Sociedad para ciegos.


Leo a estas horas que en Koxka Comité y empresa no han llegado a un acuerdo : no sólo es Koxka. Multitud de empresas están teniendo gravísimos problemas.

No digamos ya de la construcción en donde los inmigrantes legales más trabajaban (el 80% de los inmigrantes "con papeles" están ya en el INEM), no digamos ya los eventuales despedidos en empresas de cuyos nombres no quiero acordarme, no digamos ya del "sector servicios" donde el despido se convierte -en desvergonzada transvaloración- en oprobio y vergüenza del despedido y su familia a pesar de los jaleos de ánimo de quien despide y de las naderías que espeta para ello.

No, aquí se habla más del AVE con reproches mutuos. Se habla mucho más del dichoso pabellón Arena Reino de Navarra y del Museo de los Sanfermines.

Aquí hace tiempo que lo que mola es hablar del bigotudo corrupto marbellí y su ruptura con la famosa folclórica: no tienten a la suerte conmigo, tal vez lo haya contada al revés. La prensa rosacea no va conmigo aunque todo lo invada.

Que sea Guy Debord quien me calle ante tan dramática situación:

"El origen del espectáculo es la pérdidad de unidad del mundo, y la expansión gigantesca del espectáculo moderno expresa la totalidad de esa pérdida: la abstracción de todo trabajo particular y la abstracción generalizada de la producción global se encuentran aperfectamente traducidas en el espectáculo, cuyo modo concreto de ser es precisamente la abstracción. En el espectáculo , una parte del mundo se representa ante el mundo, apareciendo como algo superior al mundo. El espectáculo es sólo el lenguaje común de esta separación".

(Guy Debord, "La sociedad del espectáculo": las cursivas son obra del autor).