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martes, 28 de abril de 2009

Que siga el espectáculo...

Y sigue la estulticia, tan humana ella, pues tan sumamente estúpido es el género humano. ¿Está más guapa la periodista llegada a más o la cantante-acompañante y ex-modelo? ¿Qué traje era el más bonito? ¿Cuál es la más guapa de las dos? ¿Es cierto que las acompañantes -repugnante término- eclipsaron a los acompañados? ¿Qué vestido era el más acertado? ¿Hubo alguna falta al jodido protocolo monárquico por parte de alguien?


Más de 4 millones de parados, uno de esos millones corresponde a familias en la que ninguno de sus miembros trabaja.


Y los sindicatos mayoritarios -tapones mayoritarios, cabría decir- cerrando bocas a cualquiera que se atreva a decir que lo suyo es una vergüenza, mientras se preparan para otra anual folclórica sesión de puños en alto mientras suena La Internacional el 1º de mayo del ¡2.009!


Sigue el espectáculo que todo lo invade.


Y Guy Debord sigue teniendo razón:


"El espectáculo es el mal sueño de la sociedad moderna encadenada, que no expresa en última instancia más que su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño".


("La sociedad del espectáculo": Guy Debord)

viernes, 24 de abril de 2009

Estulticia.


(Del lat. stultitĭa). f. Necedad, tontería, según el diccionario de la R.A.E.



Ayer encarnaba la acepción Pedro Solbes diciendo que hablar de crisis era poco menos que ser “antipatriótico”. Comodín para el público (la "patria") de la repugnante casta política que gobierna nuestras vidas – y nuestros impuestos – para que sigamos más pendientes del espectáculo que entontece, como bien viera Guy Debord. Sigan con el pasapalabra de turno, la operación apoteosis total de fama, los inverosímiles telediarios y demás productos del aparato de propaganda alienante. La ministra Salgado, hoy, hace apenas unos minutos, sobre los terribles y vertiginosos datos del paro en el primer trimestre: “malos y peores de lo que se esperaba”.


Nadie nace augur. Nadie nace profeta. Es más: no existen los gurús. El que me quiera demostrar lo contrario ¡adelante!


La cosa no está para bromas: algunos ya sabíamos en febrero de 2008 qué significaba “concurso de acreedores” pues por motivos laborales uno se leía cuatro diarios económicos al día. Después la cosa se tornó en “desaceleración económica”: la estulticia del cejitas. Los sindicatos –todos salvo tal vez la histórica U.S.O. – siguen su repelente inercia de pseudo-funcionariado sin oposición a través de la “dedocracia” omnipresente, comportándose como “superestructuras” que diría Marx, taponando el monumental y justificado cabreo de los, por ejemplo, nuevos 800.000 nuevos parados en lo que llevamos de año. Cuando yo fui despedido, el mismo mes, nos fuimos a la calle 300.000. Ahora trabajo al menos, cobrando lo mismo que los chavales que provocaron los disturbios anarquistas en Grecia. Y es que cualquiera que sepa o se interese un poco por la historia, sabe perfectamente –no lo quieran los dioses del Olimpo- que crisis de esta jaez terminan en terrorismo anti-sistema o en guerras interminables.


Son ya 4.000.000 de parados con infinidad de desempleados inmigrantes “con papeles” que ya no sirven para nada, puesto que como recuerda Debord: “La razón de que el espectador no se encuentre en casa en ninguna parte es que el espectáculo está en todas partes”. Nada hay más internacionalista , pues, que el espectáculo que entontece a la informe “masa”. Masa en este caso de desempleados.


Ayer Solbes, antes de ayer el Presidente, hoy la ministra Salgado.


La estulticia impera.


Vds. sigan comiendo y viendo la tele: ¡que siga el espectáculo en TDT!


Imagen: Guy Debord.

viernes, 17 de abril de 2009

Ismo-Nacional


El Presidente del EBB del PNV en su blog a propósito de su intervención en el día de su patria: "Una intervención que fue acompañada por una voz al compás de la intensidad de las emociones de las personas allí reunidas así como por las características del sonido del lugar y en ese día (...)".



"El nacionalismo:


La tabla de salvación de cualquier pobre diablo que no tiene nada en el mundo de lo que sentirse orgulloso es enorgullecerse de la nación a la que pertenece; esto lo reconforta tanto que en agradecimiento está dispuesto a defender con manos y pies todos los defectos y disparates característicos de su nación"


(Arthur Schopenhauer en "El arte de insultar", letra "N").

martes, 7 de abril de 2009

Nostálgica primavera


Otro año más cumplido por quien suscribe. La situación me enfrenta a una especie de rueda nietzschiana del “eterno retorno a lo idéntico”, entendida a mi manera. Es primavera: regresa la nostálgica sensación de que en estos días, además de mi nacimiento, se han ido acumulando en la vida acontecimientos personales más bien indeseables. Nuevamente la certeza de que lo que parece (un día espléndido) se convierte en lo que no (un tormentón que a todos nos vuelve locos). “Días de vino y rosas”, una de las mejores películas que más ha llegado a aterrarme (¡la vi hace mil años de resaca!), me da pie a hacer un facilón juego de palabras y hablar de días de tormentas y rosas. Mis músculos me recuerdan sus lesiones y no digamos ya los nervios con tanto cambio. Del polen mejor no hablo. Pero al final, todo es rememoración de mi infancia: al final va a resultar que no todos son malos recuerdos en ella. La imagen de mi queridísimo difunto padre que hacía lo posible porque las vacaciones de Semana Santa resultaran lo más idílico, lo más perdurable en la memoria de sus hijos, regresa con más fuerza que nunca. Jodida vida: cerca del sureño lugar donde pasábamos esos inolvidables días, en el mismo prácticamente, me enteré de su muerte que todavía hoy lloro. Pero es Semana Santa y, de nuevo, me enfrento a la retahíla de películas no muy acertadas históricamente: algunas buenísimas, conste. Y me enfrento a los rituales que a veces se asemejan a los sangrientos festivales chiitas. ¡Crucifixiones reales!: ¿a qué tarado se le ocurre? En esa añorada infancia de la cual hablo más arriba, es cuando por primera y única vez vi semejante espectáculo ¡en esta tierra! Siempre lo digo: los ateos nos sabemos pocos. Los razonables, al menos, sabemos que entre los triunfantes tres monoteísmos, sólo uno grosso modo , nos deja vivir y expresarnos. En el Islam somos peores que infieles: por ejemplo. Los ateos somos pocos, pero no idiotas: vivir con un calendario católico tiene sus festivas ventajas laborales. Tampoco es baladí el hecho de que el cristianismo tenga valores más que aceptables. Sea como fuere, creyentes con buenas intenciones, ateos razonables (tanto unos como otros no tienen por qué convencer a nadie y menos joder a nadie: ahí radica tal respetabilidad) pasen unos buenos días. Quienes puedan, al menos. No gasten demasiado, que los tiempos vienen con parches gubernamentales y con demasiados agujeros económicos. Vida sólo hay una. No vivimos en tiempos greco-romanos en que dejar una mítica leyenda en esta vida era casi sinónimo de inmortalidad. Homero lo sabía. Sus protagonistas humanos así lo reflejaban.


Disfruten pues, no volverán a haber otras pequeñas vacaciones de Semana Santa de 2.009. Nunca.