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lunes, 31 de diciembre de 2007

Sin vida nueva.





Como bien saben los filósofos, el ser humano es el único animal que se sabe mortal en este mundo. Así, nos enfrentamos al terrible momento de encontrarnos, literalmente, solos en o ante el mundo. Ahí está, ahí estamos. Podemos tener a la familia, a los amigos o lo que Vds. quieran: todos los días comenzamos un nuevo día, solos, en la más íntima soledad, frente al mundo.

Según escuelas filosóficas, habrá quien les diga que todo lo que les ocurra es “biografía”. Habrá quien diga que toda su vida está “determinada” por la Historia o por la Religión.

Da igual: realmente estamos solos ante un final ya conocido. El final es el mismo para todos: morimos.

Vida, mientras a quien suscribe alguien le demuestre lo contrario: únicamente hay una. Muerte, mientras alguien me convenza de otra cosa, sólo hay una y ninguna más. Nada hay tras ella. Sólo un hilo de confianza ciega, o sea: fe, o un ramalazo de vanidad en querer proyectarse en un “más allá”, consuela a algunos.

A éste su humilde servidor, le basta con querer una muerte rápida. Exenta, a ser posible, de enfermedad. Es a ésta a la que puedo llegar a temer hasta la angustia, no a aquélla. La muerte es el final que todos conocemos. ¿Para qué darle más vueltas? La vida sigue sin nosotros. ¿Tan vanidosos somos como para querer dejar huellas aquí, en un mundo tan “natural” y lleno de cambios? Algunos, tal vez, a través de la escritura, así lo deseamos. Pues humanos somos: vanidosos somos.

En esta novela que es la vida: principio, nudo y desenlace se cumplen con rigor. Existen, faltaría más, distintos “argumentos”. Hay quien tiene un principio horroroso, se estrella en el nudo y acaba con un precipitado desenlace que nadie desearía. Las circunstancias de cada cual, no hacen sino “rellenar” de sentido, dicho “argumento” de la vida. Hay quien se inicia en una pobreza absoluta y lo contrario; hay quien sube en “el escalafón social” a base de esfuerzo, hay quien no puede, hay quien no quiere…hay toda clase de “argumentos”.

Pero todos, indefectiblemente, nos sabemos mortales. Nos sabemos, bien es cierto que dentro de las posibilidades que se nos ofrezcan, dueños de nuestras vidas.

Un año más es simplemente una cifra más. La vida continúa o no: según en la fase en que nos hallemos de la “novela”.

No obstante, reciban un afectuoso saludo y un sincero deseo de que, al menos, la vida a partir de mañana sólo pueda traducirse en simple resaca, grato día festivo, día de cobro especial…pero siempre en un grato deseo de que les “vaya bonito”, de igual manera.

Pronto, muy pronto, me iré de esta ciudad unos días: vacaciones que necesito. No sólo yo, también a quien más guerra he dado en los últimos tiempos, las necesita con urgencia. La vida cuando quiere zarandea lo suyo: ¿será, tal vez, el nudo de mi “novela”?

Saludos: buen final y comienzo de año, de un escéptico que planea un viaje.



P.S.: Tal vez Munch fuese, dentro del Expresionismo, quien más se acercara a una representación estética de la angustia vital. También el Surrealismo de Dalí , Frida Kalho y otros, lo consiguieron.

martes, 11 de diciembre de 2007

Monet y la actualidad.


Cada vez quisiera uno más, formar parte –imposible como protagonista- de un cuadro de Monet. Era 1873 y su cuadro “Impression: soleil levant” crea la necesaria crítica para dar nombre al incipiente movimiento: El Impresionismo. Imitando (siempre la mímesis como necesaria herramienta en el Arte) la atmósfera captada en los “Nocturnos” de Whistler, “vistas similarmente sugerentes del Támesis envuelto en la niebla” como apunta certeramente Belinda Thomson, así es reflejada la atmósfera de El Havre, a orillas de un interminable Sena. Y ahí es donde uno, hoy, quisiera confundirse. Ser parte de las sombras que la tenue luz sugiere (la luz: elemento primordial del Impresionismo) del “sol naciente” de un puerto, en que en una barcaza que viaja a ninguna parte, entre penumbras, pero viendo nítidamente el reflejo del rojizo sol en el agua mientras se rema, me haga formar parte del paisaje artísticamente expresado. ¿Qué importa la maraña de estructuras al fondo? Son sombras de la realidad que siempre, una vez ya ha amanecido, nos retrotraen a la ingrata realidad: la actualidad en mi caso. Sigan pues en las sombras que la neblina, típica, que en la segunda mitad del siglo XIX Monet tan bien reflejara, para pasar a telón de fondo. Envolvente neblina: como envolvente me parecieron sus innumerables nenúfares, en la exposición del renovado museo parisino de L’Orangerie: las cóncavas paredes, ilustradas por no menos cóncavos y eternos retratos, así lo hacían, envolvente. Sea yo, pues, uno más en el cuadro, protagonista de nada: quedando sólo al fondo una tenue “actualidad” que atrás dejo, entre nieblas (tinieblas a veces), donde nada se distingue nítidamente. Sigo remando.

jueves, 6 de diciembre de 2007

ETA: sangrienta inercia.

Hasta Txomin Iturbe en su época y antes de su absurda muerte en Argelia, llegó a verlo claramente. El apoyo popular iría en detrimento por el aumento de las acciones indiscriminadas y la presión francesa, al alimón con la española, que harían asfixiar a ETA en cuanto a razones, economía y los mencionados apoyos “populares”. Todo ello, priorizaba la negociación en aquellos aciagos años ochenta. Así lo veía Iturbe. En este viaje a ninguna parte, cuyo camino está plagado de muertos de todos los colores, hasta los propios fundadores de dicho grupo terrorista dan la razón a las reflexiones arriba mencionadas. El joven escritor Santiago Roncagliolo, en su libro “La cuarta espada”, dedicada al otrora líder absoluto de Sendero Luminoso (una de las guerrillas, de tantas como hubo en América Latina, más locas y fanáticas, como así recuerda el filósofo Gabriel Albiac), se hace eco a su vez de otro libro: “Revolucionarios”, de Eric Hobsbawm, a través de un extracto que reproduzco textualmente: “La principal reserva de una guerrilla no es militar, y sin ella está indefensa: debe tener la simpatía y el apoyo, activos y pasivos, de la población local”. (Op. Cit. Págs. 122-123). Premonitorio. Pocos son ya quienes comparten dicho apoyo “activo” o “pasivo”. Sólo la inercia del asesinato cuando se tiene ocasión, lleva a estos salvapatrias a seguir dicho tétrico camino. Solos, muy solos en dicha inercia, por mucha banderola y muchos colorines en que se envuelvan. El fascismo, históricamente, cuando se ve acorralado y sin apoyos, amplía totalmente su abanico de enemigos: un guardaespaldas, cualquier político, dos guardias civiles, dos inmigrantes en un parking, da igual para ellos. Cuantos más enemigos, virtuales o no, más justificación para existir. Matando. Ya prácticamente sin apoyos: quedan enemigos. Pura inercia. Sangrienta inercia.