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domingo, 27 de septiembre de 2009

El "desafío" de los salvapatrias.


Un comunicado a gritos. Nada más. Nada nuevo. Otra vez los gritos. Los gritos que los autores de tal papelucho provocan en víctimas: directas, familiares de las anteriores, la de miles de chavales a quienes corrompen el cerebro y a sus familias…


Pero me gusta su “desafío”: no contemplo la Filosofía como sedentarismo intelectual. No, hay que tomar partido aun sabiendo que no se tiene la razón en todo.


Emplean, pues, la palabra “desafío” en forma de preguntas que yo recojo y respondo de manera inusualmente breve en mí:


¿estarían dispuestos a respetar un proceso en el que los territorios vascos decidan sobre su futuro político?: territorios que bien pudieran acaparar la bureba castellana, la Rioja, etcétera. La diferencia entre Historia e historicismo la da Nietzsche al hablar de cómo los nacionalistas amantes del historicismo de su época, de tanto mirar hacia atrás se convertían en cangrejos: siempre pensando hacia atrás.


¿estarían dispuestos a respetar la decisión de la mayoría de la ciudadanía vasca en caso de que se decantara por la independencia, y a dar los pasos necesarios?: dependiendo de qué ciudadanía hablan estos augures. Y respondo a la gallega: ¿saben algo del concepto “ciudadanía” y del pensamiento contractual? ¿Y si saliera la decisión contraria, la aceptarían Vds.?


¿Están dispuestos a preguntar a los habitantes de los territorios que están bajo su dominio, sin límites y de modo abierto, sobre su futuro político?: sin los límites que, quieran o no, existen entre dos comunidades diferenciadas (y una tercera en el caso de “Iparralde”), supongo.


Teniendo en cuenta el tortuoso camino a través de la Constitución aprobada por un sujeto político del cual forman parte, quieran o no, tal vez debieran plantearse hacer tantas preguntas al viento.


Lo demás: siento que los escépticos casi siempre tengamos razón. Escribí en este mismo blog mis certezas de que en 2005/2006 la tregua, paro indefinido o como quieran pervertir el lenguaje y los conceptos, que aquello, en fin, no era creíble. El maximalismo les ciega y los hace predecibles.


Pregunto: ¿estarían Vds. dispuestos a aceptar una consulta en que se preguntara por la continuidad de su terrorismo? (los zapatistas lo hicieron, si les sirve de ejemplo).


Pero no caben ilusiones de quien hace tan burdas preguntas viciadísimas y a modo de chantaje que movería a risa si no tuvieran funestas consecuencias.


Es la retórica de los salvapatrias.


Nada más.

Filosófico otoño.


Pudiera parecer un pleonasmo el título de hoy: para mí lo es. Mañana, al límite del día, comienza el otoño. Pero el otoño no entiende de fechas y veo clarear las hojas ya a un amarillo que anhela el color ocre que tanto me recuerda cualquier ciclo vital. Verde, amarillo, ocre y al caer, ennegrecida y crujiente, la hoja es ya cómoda alfombra. No poco masoquismo habita en mí todos los años: la de aquél que ama la nostalgia y la melancolía de un otoño lejos del estrés urbanita. Y me zambullo en las hojas de mis libros como en una montaña, como las que elaborábamos cuando críos con hojas de árboles caídas como materia prima en el patio del colegio o en plena calle: auténtico refugio acolchado. El mismo refugio busco en las hojas de Schopenhauer, ese bendito sabio viejo escéptico: a mí también me ha guiado y me guía desear tan poco y conocer tanto como a él…y hete aquí el inicio de mi otoñal melancolía. Me hallo muy por encima de politicastros ociosos discutiendo quién nos roba más, quién nos miente peor (ya sólo pido de un “servidor público” que me mienta bien, pues ni a ello llegan) y de aduladores con aviesas intenciones. Lejos también de fanáticos del terruño y “la sangre propia” que Nietzsche, en uno de sus demoledores aforismos, tan bien criticara: “El que odia o desprecia la sangre extraña no es aún un individuo, sino una especie de protoplasma humano” (“Aforismos”, Friedrich Wilhelm Nietzsche). Y es que el amor exagerado por la sangre, el territorio (siempre ficticio en sus fronteras políticas, repito, políticas), a las propias costumbres y al propio folclore, conllevan como consecuencia directa de tamaña causa: la xenofobia, el racismo. Pero me aparto de todo ello y pienso cómo volverá a estar el monte en unos días. Cómo tal vez me convenga perderme un poco en él, a pesar de dolencias musculares con que este otoño maldito, al que tanto amo, me castiga. Amor maldito. No hay otro. Y pienso en mil lugares cercanos, ya multicolores y oliendo a setas.


Es la vida en sí: los sentidos que sólo fanáticos religiosos repudian. La vida son los sentidos y en la mía, cobran mayor importancia si cabe. Y el sentido de la lectura, de la razón, se apodera de mí aconsejándome fielmente y arropándome como una montaña de hojas caídas de mil árboles: “(…) uno debe sobreponerse a la tendencia natural a la sociabilidad y esforzarse en dosificar cuidadosamente la confianza…” (“El arte de conocerse a sí mismo”. Arthur Schopenhauer).


Es uno de los mejores consejos que he recibido y siempre conlleva en sí, a mi parecer, el otoño donde guarecerse dosificando la confianza cuidándome de mediocres y pelmas que husmean alrededor. Sólo así se puede llegar a la máxima de Shakespeare y de la cual se hace eco Schopenhauer: “Ante todo, sé fiel a ti mismo, y te seguirá, como sigue la noche al día, Que no podrás ser falso con nadie” (“Hamlet”, Shakespeare). Sólo así, pues, protegido por interminables árboles que dejan caer elegantemente sus hojas sobre uno en un bosque o en el cálido escondite de mi biblioteca dejando pasar las hojas entre las manos, llega uno a tan gratas como subjetivas conclusiones. Seguir siendo fiel a uno mismo en este ya otoñal jardín lleno de hojas de árboles y de libros: ello me hace no engañar a nadie y sólo congeniar sinceramente con quien más se lo merece, haya acuerdos o no.


Es, me temo, el inicio de otro filosófico otoño para mí.


Espero lo sea también para Vds.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Oráculo Egeo.



El Egeo con mal despertar puede ser de lo más traicionero. Y aquel lejano día así estaba: en lontananza pareciendo tranquilo para, en barco, transformarse en mareante, inestable y picado suelo. Y allí estábamos, justo a las mismas horas en que Manhattan sufría un teocrático ataque que a todos, los más, nos hizo cambiar a mejor en cuanto a interés analítico del bicho humano.
Atrás dejamos el estúpido sentimiento –no racional por tanto- antiamericano. Nadie lo hace todo bien, menos en los Estados Unidos. Pero el antiamericanismo, como bien vio el Jean-François Revel más liberal y ateo que nunca, es cosa de imbéciles. Vestigio patético de la nostalgia de “otra cosa” que nunca funcionó: ni a la soviética, ni a la rumana, ni a la yugoslava, ni a la albanesa. El comunismo no funcionó. El socialismo real resultó de lo más irreal y cruel.
Pero era el Egeo el que nos hacía ver, ora el mar, ora el cielo heleno en un terrible vaivén camino de Naxos desde Atenas, como pronosticando la noticia agitadamente. Los isleños se pegaban como más de medio mundo, al televisor. Mi compañera pensó que eran carreras de coches o de motos que a los griegos les apasionan. Pero desde el principio dije, más que todo por las anonadadas caras de los helenos de Naxos, “aquí pasa algo gordo”. El hecho de que algún isleño avispado nos identificara como “vascos” (cualquiera empieza con sutilezas navarras, vascas, españolas y demás con un marino que hablaba en la misma frase griego, inglés, francés e italiano), hizo que soltara la burrada de turno: lo del World Trade Center le parecía al preboste demasiado, y no como allá "que os cargáis uno o dos en cada atentado", venía a decir con su lenguaje de traductor borracho de la ONU.
¿Para qué sacarle del malentendido?: corrimos a un cibercafé. Las gigantescas pantallas iban apareciendo por todas las terrazas típicas de la isla. Hace nueve años y todavía hay quien no se entera de nada. Los ateos civilizados sí lo sabemos.
No todos los fieles seguidores son así, pero sí una importantísima mayoría por no querer hacer, desde el siglo VII (que se lo pregunten al pobre Averroes y a tantos otros), una lectura revisionista e ilustrada. No, no es buen tiempo para “infieles” (cualquier confesión que no sea la musulmana) y no creyentes (como quien suscribe), y el aviso queda claro para sus propios fieles: “No son iguales, entre los creyentes, los no combatientes (…)” (“Sobre la guerra santa”; Azora IV de El Corán).

martes, 1 de septiembre de 2009

1 de septiembre de 1939


Un pretexto valió para el tirano que nunca tuvo tantas facilidades gracias a la política de “appeasement”. Eternas negociaciones con quien no quería negociar. Las eternas conversaciones para quien sólo pensaba en ellas como en un teatrillo. Para quien únicamente quería salir en la foto haciendo pose. Debiera hacernos cavilar en los tiempos que corren. El humano siempre en conflicto con el humano, rompe a hablar con quien realmente no quiere. Sólo nuestra innata tendencia a la idealización nos lleva a ver lo que no es.


Las dictaduras de todos los pelajes, siguen hoy haciendo burla. Y hay quien se tapa los ojos, los oídos, todo menos la boquita. El querer hablar con quien hace mofa de ello: la condición humana. La estupidez humana.


1 de septiembre de 1939: un pretexto. En aquel abismal caso: unos soldados polacos atacan una estación alemana. Y la “Gran Alemania” (Germania) pensada ya por los idealistas y románticos decimonónicos, iba a hacerse realidad. Pero la realidad nunca es de quien la idealiza y los “soldados polacos” no eran sino prisioneros alemanes de los campos de concentración disfrazados con uniformes polacos, cuyos cadáveres fueron abandonados en la estación de radio “atacada”. Los idealistas tienen flaca memoria, ya nadie recordaba el pacto germano-soviético: reparto de Polonia. De ahí, de un acuerdo entre dictaduras enormemente parecidas, al abismo de la II Guerra Mundial.


No es un día grato para quienes únicamente hacemos bandera del pensamiento anti-totalitario. Pero agitamos igualmente dicho estandarte, acusando de dictadores donde otros ojos cándidos ven risueños caribeños cargados de petróleo, donde chilabas y petrodólares conviven “en paz” o fanáticos con ganas de reunirse con las “uríes” son respetados por “su cultura”.


1 de septiembre de 1939, 70 años ya. Y algunos jugando a hablar con cerebros repletos de cemento armado. Muy armado.