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domingo, 11 de octubre de 2009

Premio preventivo.

Es el triunfo de la retórica: arte de adular oídos y no decir absolutamente nada substancial, es decir, real, palpable.

Es el arte -celosamente guardado por el cristianismo- de la locuacidad transmutada en humo, en fuego de artificio.

Es, finalmente, la caverna de Platón sin posibilidad de salvación rompiendo el encadenamiento y doliéndose por la luz de la realidad que nos hace libres.

EEUU es ejemplar al haber conseguido, en el corto período de unos 50 años, hacer ascender por la estructura social de dicho país a los ciudadanos "afroamericanos" de la pura segregación y esclavitud a que uno de ellos pase a ser Presidente.

Pero no hay científico en sus cabales que diga que se piensa con la melanina en vez de con el cerebro. Tampoco es de celebrar que en dicho país se ascienda verbigracia a lobbys. Lobbys imprescindibles para la concesión del premio que lleva el nombre del inventor de la pólvora, no mojada, precisamente: el Premio Nobel.

Es el de la Paz, una vergüenza desde hace años.

"He venido aquí con una rama de olivo y la pistola de quien lucha por la libertad. No permitan que la rama de olivo caiga de mi mano": son las amables palabras de otro pacifista premiado: Yasser Arafat en otra institución burocratizada y bastante venida a menos, la ONU.

Pero Obama, hoy, más de cien días después de llegado al poder, no ha demostrado nada. Buenas intenciones, no más: nada, pues.

Es: un premio preventivo.